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El otono se acercaba, y Praga parecìa màs màgica que al solito.
O asì parecìa a él.
La luna era demasiado grande, demasiado naranja y cerca de las torres gòticas de la iglesia de la Madonna de Tynn.
Su enredada estructura de fàbula se volvìa viva, las estatuas y las terribles gargolas fijaban lejano, y la piedra se mutaba en mùscolo y niervos… de un momento al otro podìan empezar a volar…
Paseando sin meta, sus pasos lo llevaron hasta “Starometske Namesti”, la plaza vieja.
El reloj astronòmico sobre el ayuntamiento senalaba una extrana combinaciòn: la figura de la Muerte, a la izquierda del reloj, era màs oscura y prominente de esas de Jesùs, de los apostòles, del Turco.
No lo habìa nunca notado.
El hoz, que sabìa de seguro que era de màrmol, esa noche- no creìa a sus ojos- esa noche era de metal… era de metal, !Sì lo era! Y reflejaba la luz de la luna llena…
… y su sombra… su sombra se alargaba sinuosamente, como una sirpiente, como una barra de un reloj de sol (!de sol! Ahora parece irònico) hasta aquel dìa, aquella noche que acaba de empezar!
Él nunca se habìa concernido a la astrologìa; si no, habrìa conocido que esa noche la luna entraba en la constelaciòn de Piscis, y de allì la querida luna lanzaba sus rayos de luz contra el hoz, contra ese dìa…
… después de un tiempo infinito, pero habìa pasado solo un minuto, se apretò el gorro sobre la cabeza- y solo cuatro horas después se habrìa preguntato, en medio de tanta oscuridad, solo entonces se habrìa preguntato si, en la plaza vieja, ese reloj, con su juego de sombra y luz, de luna y muerte- solo entonces se habrìa preguntato si el reloj le quisiera haber dicho algo.
En vez, apretàndose el gorro, pensò que Praga era una grande ilusiòn, que cada dìa y cada noche te mostraba algo de si misma de nuevo, nunca visto antes aunque si visto mil veces.
Con estos pensiamentos se acercò a la orilla de la Moldava: a sus hombros estaba Stare Mesta, en frente Malà Strana, la Ciudad Pequena; sobre el rio estaba el Puente Carlo… y, pequena, algo sobre ese parecìa abanicarse… algo rojo… una palpitaciòn de ceja, y habìa ya desaparecido

(!Ah la Luna! Esa noche, a la luna, le gustaba
esa noche, jugar con la ciudad, y también
con él)


Malà Strana.
Sus pasos apuntaban a Malà Strana: era desde hace mucho tiempo que no iba a Malà Strana.
Sus callejònes estrechos, sus casas barrocas, sus arcos de troncos… se respiraba un aura de magia, pero de una magia oscura y angustiosa.
Y sobre esta pequena ciudad, sobre la colina estaba El Castillo, Hradcany, que se levantaba imponente y amenazante con sus blancas torres y las agujas de la basìlica de San Jorge…

(muchos sìmbolos recurrìan esa noche, pero nadie y nada
podìa saber cuales caminos, esa noche, la Suerte estaba recorriendo)


Se acercò a la torre del puente: las treinta estatuas a los dos lados eran una masònica invitaciòn a atraversar el puente, sin mirar atràs, sin mirar la luna que, a sus hombros, baja, !tan baja en cielo! alargaba su sombra por todos los quinientodieciseis metros de piedra del puente, hasta otra orilla de la Moldava, hasta Malà Strana…
Nadie sobre el puente.
No era posible.
Praga nunca està vacìa: turistas, habitantes y fantasmas siempre estàn por los rincones de la ciudad.
Nadie sobre el puente.
Su fantasmagòrica, larguisssssssssssima sombra, esa imposible sombra cortaba en dos el puente, quince figuras de Santos, ahora de piedra ahora de piel, de un lado y quince al otro lado… la luna danzaba entre estas figuras, ahora lo miraban, ahora se bajaban…
y mientras tanto su sombra se habìa desplazado… se habìa desplazado demasiado veloz a la izquierda, hasta la octaba estatua, la estatua de Santa Ludmilla.
!Habìa alguien!
Sì, no eran estas figuras que se staban agitando antès sus ojos… no, era lo que viò abanicarse cuando estaba an la orilla de la Moldava…
Una bufanda roja!
Habìa una persona, una persona que se asomaba del puente.
Su cara estaba escondida por el pié de la Santa.
A travès de la torre, hizo el primer paso sobre el puente…
Esperaba que sucediera algo de imaginìfico, algo que hubiera salido de una novela de Hoffman o Kafka, algo de inexplicable…
En vez la bufanda estaba todavìa abajo de S. Ludmilla, y con esa su duena… sì, la luna llena iluminaba esa cara, que ahora él podìa ver y que se era vuelta a mirarlo.
Esa mirada lo bloqueò: la luz parecìa llegar de sus ojos, y no en vez un reflejo de la luna.
Esa luz escondìa todo lo que quedaba de su cuerpo.
La fijò hipnotizado por un tiempo asì indefinible, que cuando, al fin, se decidiò a ir hasta ella… ella ya no estaba!

No: solo pistachos y higos, muy viejos, casi podridos, como si estubieran allì desde un tiempo lejano!

Un ruido de pasos lo hicieron voltearse: la bufanda roja estaba desapareciendo detràs de la otra torre del puente, hasta otra orilla de la Moldava, esa que banaba Malà Strana.

Malà Strana.

?Qué cosa, esa noche, querìa que él fuera a Malà Strana?
Superò el puente, se encontrò al otro lado, la Luna estaba en Piscis y Urano también, y Malà Strana estaba suspendida en un atmòsfera antigua.
Repitiò por esa que le pareciò la milesima vez el mismo gesto:
se bloqueò.

Desde la calles, de los jardines escondidos de la ciudad pequena, venìan olor y ruidos perdidos desde hace tiempo: gulash con cardàmomo y especias orientales, cascos de caballos, rueda de carrozas, rin rin de timbre, voces en una lengua tan similar a la suya, pero con terminos y palabras con sonidos olvidados.
De lejos las campanas de las Torres de Los Polvos tocaban la medianoche.

Una niebla densa y frìa tragò Malà Strana.
La ciudad estaba aplastada a tierra: como un techo, la niebla escundiò la luna y amortiguò los sonidos.
Todo estaba acolchado.
Penetrò por las callecitas de la ciudad, herrò por horas y horas dentro ese laberinto, de esquina a esquina, viò gente vestida como en los ochocientos, se maravillò cuando saboreò un gulash simplemente divino.
Los ojos abiertos, Praga flutuaba entre el presente y el pasado, entre sus jeans y los caballos.
De otra esquina viò todavìa la bufanda.
?Era un senal?

Corriò en esa direcciòn, girò en un rincòn y todavìa todavìa todavìa una vez- todavìa una vez, en frente a él, se mostraba algo que lo forzò a bloquearse: !un teatro, un grandioso, enorme teatro, un teatro nunca visto!

Era una locura, todo lo que habìa visto esa noche-
No era sì no frutos de locura
Se estaba volviendo loco, esta era la verdad.

La puerta principal se staba cerrando: subiò la escalera curriendo. Ante la puerta, la bufanda roja.
Arriba, una escrita

Teatro de Los Pasos Perdidos

?De donde aparecìa este teatro?
Las reglas asignadas a esta parte de Universo nunca valìan: edificios que aparecìan de la nada, y eran verdaderos; él podìa tocar el frìo de las columnas y, por dentro, un sonido de pasos lejanos que retumbaban por las boredas de la sala.
Pasos de mujer, pequenos y frecuentes, agudos de tacòn.
Empujò la puerta.
La viò elevarse entre el palco y el techo, y volando atràs del bastidor, la seguiò con la nariz por arriba.
El viento inflaba sus ropas.
El bastidor parecìa la entrada de una iglesia, con una fuente bautismal a la derecha.
Él se acercò a la fuente.
La imagen reflejada no era la suya.
Al otro lado del agua estaba la mujer con la bufanda roja.


Dulce su mirada.
Su sonrisa resignada
- como si compartiera su deseo, sin poder hacer nada.


Él se acercò para besarla.
Tocò los labios con sus labios.

Y el tiempo rempiezò a deslizarse.

… su mirada miraba lejano, sobre Praga.
De esa ventana, en el salòn principal del hospital psiquiatrico, construido arriba de la colina Petriny, podìa mirar la torre del ayuntamiento, Hradcany, la Casa a la Nave, la Catedral de San Vito… Malà Strana…
Él todo miraba, sin nunca ver.
Él veìa siempre, todos los dìa que habìan sido e todo lo que habrìan de ser, esa noche en la cual perdiò la razòn para seguir el corazòn.

Texto agregado el 11-01-2005, y leído por 270 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-01-2005 racconto, naturalmente. Scusa il doppione NINIVE
12-01-2005 Bravo, mi é piaciuto. Il tuo cacconto é buono. Scrivi piú brevemente, ti sará piú facile . Lo que quiero decir es que para superar ciertos obstáculos del idioma si enviaras textos más breves los amigos podríamos ayudarte. Por empezar puedo decirte algo que puedes corregir fácilmente¿sabes cómo se corrije? La palabra herró no lleva H. Supuse por el tipo de errores que tu lengua madre es el italiano¿? Gracias NINIVE
12-01-2005 Bravo, mi é piaciuto. Il tuo cacconto é buono. Scrivi piú brevemente, ti sará piú facile . Lo que quiero decir es que para superar ciertos obstáculos del idioma si enviaras textos más breves los amigos podríamos ayudarte. Por empezar puedo decirte algo que puedes corregir fácilmente¿sabes cómo se corrije? La palabra herró no lleva H. Supuse por el tipo de errores que tu lengua madre es el italiano¿? Gracias NINIVE
12-01-2005 Solo te puedo decir que para no ser hispanohablante escribes mejor que más de uno en esta página. Un saludo. Desdentado_Daroca
 
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