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¿Se imagina lo que es trabajar en el Distrito Federal y dormir en la zona oriente del Estado de México?, bueno pues muchos lo tienen que hacer y le puedo asegurar que es toda una odisea, pero prefiero que Cresencio Cruz de todos los Santos, nos platique en forma directa lo que es un lunes cualquiera en su vida.

Suena el despertador, trato de apagarlo y en la oscuridad no lo encuentro, en uno de mis fallidos manotazos, le pego de lleno a la lámpara de noche, que cae con gran estruendo, entonces si me levanto alarmado, pidiéndole a todos los santos que no este rota, trato de prenderla y ¡prendió! De todas maneras la reviso cuidadosamente y con mucho temor de encontrarla dañada; afortunadamente salió bien librada, hubiera sido terrible perder esta pieza única, ya que perteneció a una dinastía imperial del lejano oriente, que le puso su sello en la parte de porcelana de la base, el nombre de esa dinastía, me explico el vendedor, era “made in Taiwán”
Y aún que ya casi es mía, solo debo 456 abonos semanales de 100 pesos a una tienda comercial, que confió en mi y no puedo fallarle, así como tampoco puedo fallarle a mi compadre Filiberto que quedo de aval, así como tampoco puedo arriesgar la casa de mi abuelita que quedo de garantía, menos quedar mal con mi mamá que empeño las arras de su boda para prestarme para el enganche.
Volteo a ver el reloj, son las 4.50 de la mañana, me debo dar prisa, y camino rumbo al baño, pero siento una extraña sensación en la nuca, volteo temeroso de encontrar algún fantasma detrás de mi, pero no, es mi mujer que despertó con el pequeño ruido que hice con la lámpara, y me mira como si ella fuera un diputado panista y yo López Obrador, le hago una sonrisa estilo Marco Antonio Regil y a cambio recibo un ruido que no entiendo, pero que no tengo el menor interés que me repita.
Al llegar al baño, cierro la puerta, me envuelve el silencio y la soledad que permite que surjan las grandes ideas que mueven al mundo y abro la llave para consentir que las suaves y tibias gotas de agua laven mi cuerpo, pero algo anda mal, el agua esta helada, no se calienta, la desesperación inunda todo mi ser, temeroso pero decidido, regreso al campo de batalla, perdón quiero decir a la recamara y con suave y tierna voz le pregunto a la administradora de mis quincenas, ¿vida mía se habrá apagado el boiler? Al decir esto me hago un lado, por que seguramente ella brincara para atender esta emergencia en forma inmediata, pero no, solo recibo un sonido ahogado por las sabanas que creo traducir con un ¿no te dije? Anoche se acabo el gas y después una respiración pausada y armoniosa lleno el cuarto, ¡ ya estaba de nuevo roncando!
Bueno creo que practicare un poco de opera y me meto a bañar con agua que kilómetros arriba era nieve, pero debo ser positivo, este choque helado me aumenta la circulación de la sangre, mejora mi presión arterial, aclara mis ideas y sobre todo, me provoca un ataque de reumatismo .
Ah pero después de este saludable ejercicio de supervivencia, tocar la suave y aterciopelada toalla me dará confort y calor, así que estiro la mano y ...y ¿donde diablos esta la toalla? Mi vista recorre todo el baño y la veo ahí en el fondo, perfecto no todo esta tan mal, rápidamente me la paso por la espalda y siento el placer que produce el contacto de una toalla totalmente húmeda, ahogo mi grito y resignado empiezo a rasurarme, con mi poderoso rastrillo de tres hojas, mango antiderrapante, ajuste automático al contorno de la cara y que suavemente debe correr cortando la barba, pero no entiendo que pasa, siento como gatos bajando en reversa cada que paso el rastrillo, sorprendido lo reviso, encontrando sospechosos vellos entre las cuchillas de acero alemán de mi rastrillo, como dije antes el agua fría aclara la mente, por lo que no fue difícil entender que “alguien” se había depilado, espero que las piernas, con mi antes poderosa maquina de afeitar, sentí que mi vista se nublaba, mi pulso se altero, un temblor recorría mi cuerpo y entonces abriendo la boca y con toda la fuerza que podían producir mis pulmones........¡Estornude! ...chin me había yo resfriado.
Entre nuevamente a la recamara vistiéndome a toda prisa, ignore con marcada indiferencia al enemigo con el que duermo todas las noches y salí decidido a enfrentar al mundo laboral, cuando una fantasmal voz me detuvo en seco, ¿me dejaste el gasto? ¡Hay que pagar la colegiatura! ¡Llegas temprano, mi mamá viene a cenar! Sabiendo que yo dominaba totalmente la situación y viendo fijamente, donde me imaginaba que estaban sus ojos, le dije con toda la fuerza de mi varonil voz ¡ Claro que si ! Y satisfecho abandone por fin la casa.

La calle estaba vacía, nadie en su sano juicio sale a esas horas y con el frió que estaba haciendo, pero conciente que mi país necesita de todo el esfuerzo que uno pueda dedicarle, camine decidido hacia la parada de las “combis”

Llegando a la esquina, me asome lenta y cautelosamente, ¡no había moros en la costa! El camino estaba libre, camine rápido, había yo ganado, una victoria mas para la araña negra, me alegría desbordante fue interrumpida por un leve golpeteo en el pavimento, tenia miedo de voltear, no podía ser..pero si..ahí estaba...¡satanás! y voltear y corre fue una misma cosa, sentía yo su jadeo cada vez mas cercano, pero mis piernas subían y bajaban como pistones de acero, resonaban en el silencio de la madrugada, cual tambores de batalla, la meta estaba cercana, pero también sentía su infernal presencia cada vez mas cerca, redoblando mi esfuerzo logre alejarme un poco, sin embargo el seguía aferrado ¡ Me estaba venciendo!, no podía ser, tan cerca del final ....mas de pronto el cielo escucho mi suplica y una voz angelical grito, ¡saquese perro! Y detrás de la voz una piedra golpeo a mi enemigo, un ángel me salvaba de mi tenaz perseguidor, “el satanás”, el perro de Don Pedro, mi terror de todas las mañanas, quien ahora huía despavorido.
Recomponiendo la figura me acerque a la niña hermosa y pese a los breves instantes que disponía para decirle alguna frase que demostrara mi eterno agradecimiento, le dije conciente de lo trascendental de ese momento...¿Me das dos tamales de rajas y un atole?

Texto agregado el 10-01-2005, y leído por 534 visitantes. (27 votos)


Lectores Opinan
08-09-2009 Al estilo de Bartola, me suena esta narración. Saludos siemprearena
20-05-2008 He empezado a leer textos tuyos a raiz de que te descubrí en esta página. Hasta ahorita lo que me queda claro es una cosa. Es difícil o más bien imposible, aburrirse contigo, creo que hasta el "malhumor", si ese personaje existe, se divierte leyendo tus textos. Felicidades por ese don, amigo. ***** aprendizdecuentero
25-08-2007 Que buen relato, disfruté muchísimo tu descripción de los "hechos", pero encontré algunos parecidos con personajes "caseros". soles, lunas, estrellas y mi afecto. avefenixazul
15-11-2006 jajaja! ***** AzulMarina
28-09-2006 Pobre Cresencio !!!Me ha encantado***** anyglo
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