Lobo
Un claro de luna que ilumina el andar sinuoso de mis pasos, dibuja mi sombra temerosa en la espesura de los bosques, y mi madre... y mi madre la quietud de la noche, vela conmigo en eterno silencio sufriendo el designio de mi horrible condena. Huyendo siempre, siempre huyendo en vano de mis propias tinieblas. No importa dónde vaya, llevo inseparables de mi espíritu maligno, unos colmillos terribles, hartos de sangre y de robo, unos ojos que no duermen y permanecen al acecho, unas fauces hambrientas y este destino de animal insaciable. Mas en otro tiempo muy anterior, yo he sido uno de ustedes, una criatura del señor con un corazón dispuesto sólo al amor y al cariño afectuoso, pero me he convertido después en esta fiera de odio y rencor que vaga errante por las noches con el alma perdida, huyendo por siempre, por siempre huyendo en vano, internándome en los bosques, acaso luchando encarnizadamente contra mi apetito voraz e incontenible de miserable demonio. Es inútil la huida, al final, alguien cae presa de mis mortíferas mordidas...y pienso, y creo, aun cuando no debiera, que ya no soy una criatura del señor sino un desterrado de la luz, un emperador del mal que reina en la oscuridad profunda e insondable. Pero en medio de esta aflicción desesperada, abrigo la esperanza de recuperar el favor perdido, y volver a ser el hombre feliz que yo era antes, y dejar este cuerpo siniestro de lobo carnicero. Amar otra vez la vida, y no albergar más que buenos pensamientos y buenas intenciones...
Ahora soy una estúpida bestia llena de rencor y de olvido, viviendo una desolación interminable, aguardando cada día, con paciencia insufrible, a que febo oculte sus rayos justicieros y ardientes que me persiguen para darme el justo castigo que por mis actos asesinos tengo merecido. Entonces me acerco al risco y la luna me acaricia y me absuelve misericordiosa de los crímenes cometidos...y mi madre, la quietud de la noche nos cubre con su silente manto. Yo espero el momento. Miro el cielo y comienzo la plegaria... Un aullido de angustia y dolor rasga el velo de permanencia en los bosques dormidos...
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