Hay una ventana de cristal sucio
Por la que veo el mundo
Pero no es un mundo cualquiera
Es el mundo frontera de la verdad.

Allí viven seres extraños
De vidas ligeras
Retocadas quimeras.
Tienen las bocas grandes
las manos pequeñas
y toda una suerte de tretas.

Viven de nosotros
Moradores del otro lado del cristal
No se molestan en ocultarlo
Como payasos danzan su caos
Nos ofrecen becerros baratos
De oro pintado

Al otro lado del cristal manchado
Ese mundo idiota
Se nos antoja paraíso soñado
Y nos revolvemos en nuestros
Asientos rutinarios
Mientras se agitan agitados
Todos nuestros monstruos amados.

A lo lejos canta un pájaro
No importa demasiado
Aquí y ahora atrona
Este mundo barato
de plástico coloreado.
Berrean con sus voces
Canciones que cantamos
Como el himno sagrado
De su mundo vedado.

Lejos nos vemos de su reflejo aguado,
De sus risas blanqueadas
De sus manos pintadas de blanco
Como santones de yeso y palo.
Los adoramos con secreto rencor,
Deseo vano de alcanzar
La puerta de ese mundo extraño.

Mientras la rutina se nos antoja
algo malo, inevitable para el obrero nato,
la madre hacendosa o el hijo vago.

Aquí tenemos sitio todos.
Al otro lado nos esperan.
Buscan en nuestras miradas
culminar su palacio
de absurdidades estériles
sin trabajo.

Ah, mundo idiota de colores.
Ah, mundo frágil de verdades
Ah, soledad violenta que empuja
a derramarse por los ojos
en una pantalla-cerrojo
por el que mirar este mundo loco,
Que existe gracias a nuestro antojo
De ver como imposible aquello
Que nos vuelve locos.

Y no hay mayor locura
que seguir mirando
este mundo imbécil
sin cambiar rápido
y apagar su llamada
para aprender a mirar
el mundo de verdad

Yo no quiero mirar más
me cansé de tanta telenovela,
Tanto show en directo
tanta risa traicionera.

Yo quiero mirar el mundo
Que palpita allá afuera
Que reluce bajo este sol
Con sus gentes verdaderas

Yo formo parte del mundo
Puedo cambiar lo que quiera
Cierro esta extraña puerta
Que siempre parece abierta

Miraré como lucen hoy las estrellas.