Hay un espacio, una pequeña fracción de piel que se encuentra entre el cuello y el nacimiento del cabello, justo bajo la redondez del cráneo, ahí donde se forma una hendidura, también de piel por supuesto, que es el origen de mis delirios...de allí mana tu aroma tenue, el aroma que te resume.
Cuando te inclinas hacia atrás, quejándote siempre de lo incómodas que son estas sillas de peluquería y vierto en tu cabeza el agua tibia, sueltas ese olor tan especial y único. Un estremecimiento me recorre el cuerpo.
Hablo sin embargo, puras trivialidades e incoherencias que tu festejas a risotadas y comentarios vacuos, mientras saco abundante espuma con el champú y masajeo con infinito cariño tu cabellera rizada, dirijo el agua a todos los rincones, tocando el nacimiento del pelo en tu frente, tus sienes y las hendiduras de tus orejas, que generalmente acumulan espuma. Acaricio suavemente tu pelo y tu cabeza con el balsamo entre mis dedos. A estas alturas, tu sueles comentar que soy la persona que más maravillosamente lava tu cabeza y claro, no podía ser de otra forma pienso, pero comento:
- Es que soy profesional...
y nos reímos de buena gana.
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