Cuando llegué al borde del precipicio
tu petición fue enfriar los pasos
yo que estaba ciego quise urgirte
“es un salto preciosa nada más”
es mucho más para mí
respondiste
y entonces se me rompió el camino
en tantos pedazos que volver
se convertía en la epopeya
más violenta de mi vida
y allí sentado y exhausto
se levantó la niebla de mis ojos
al caer cascadas de amargura
que bien pronto serían absolutas.
Texto agregado el 10-01-2005, y leído por 310
visitantes. (12 votos)