subio la negra tristeza como
un torrente de catarsis
y de fuego-
la insolita melancolia de un
domingo
a la tarde
despues de ver la muerte lo mas cerca
la vez primera y siquiera me ha rozado, semejante
monstruo de miedo, entiendo ahora
a los que se enroscan como serpientes
y hablan, hablan, hablan,
porque es mejor que no hacer nada
frente al tal
grueso
silencio
de la desapariciòn
como un cometa
sin color
y si alguna vez fuera vacio
un pensamiento
pues, esa cosa ,
ni lo toca ni por
loca
en un cajon crujiente de madera
es una sombra con un brazo sobre tu espalda
en una cara que rie llora y comenta cosas
a los corazones
rotos
y la estela
de la juventud que poco a poco va cediendo
como un loco en el manicomio
como un piano como un tronco avejentado,

¡allí tu voz como un manantial!

¡ahi yaces tú, eterna mortalidad!