De la colección Semana negra




“Lo peor está por llegar. Ejércitos multinacionales invadirán extensas zonas del planeta. Lo establecido perderá vigencia, los poderosos se transformarán en esclavos y los que hoy ya lo son, mañana serán sólo huesos.”

“Los mares se coludirán para transformarse en una enorme masa que arrasará con gran parte de los continentes. Morirán millones de seres y los que sobrevivan, sufrirán grandes mutaciones, serán individuos mitad animales, mitad vegetales, se devorarán unos a otros y de este modo, en muy poco tiempo la raza se extinguirá para siempre.”

“Tempestades de furibunda estirpe borrarán del mapa la huella dejada por el hombre, el planeta será un enorme desierto que se tragará incluso los océanos. ALgunos siglos después, nuestro mundo será una esfera sin vida, dominada por un sol negro que reinará como una gigantesca tarántula sobre la delgada e inservible atmósfera.”

“Miles de años más tarde, pequeños exploradores de metal, indagarán sobre las posibles causas de nuestra extinción…”

Bibhoutz terminó de leer las profecías de Chresitzlo, el célebre personaje del siglo XXX y acalorado como estaba, se bebió su jugo de naranjas y luego se sumergió en las azules aguas del lago Shyonk. En el cielo, Probos y Deimos comenzaban a disputarle protagonismo a ese sol que comenzaba a esconderse tras las montañas marcianas…