La tarde de enero se presentaba excelente.
Todos gemían ante una exagerada felicidad.
Los jóvenes gritaron y discutieron las impropias labores de los agentes de seguridad.
Estos eran al menos veinte años mayores que ellos.
Los testigos desacataron a la autoridad.
El escándalo público.
El sargento dijo algo.
Era de su tierra.
Sabíamos de donde eran.
Una vez más los estudios universitarios salieron al tema.
La discusión zanjó con una larga y entretenida carrera de coches.
El hombre de dos metros que salió del coche estalló en carcajadas.
La bolsa estaba vacía.

¿El camino sigue triste, borroso y entumecido?
- Dime, muchacho, ¿Con quien discutes?


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