Para qué escribir,
si ya no lees.
Para qué escribir,
si no deseas comprender.
Para que escribir,
si mis palabras de nada sirven,
no cambian tus actos,
tus formas, tu vida.
Para que escribir si sigues dañando,
matando hasta lo más sagrado,
tu propia vida...
Negras son estás palabras,
porque la luminosidad de ellas ha muerto,
entre tus manos, entre tu sórdido corazón.
¡Grita!, con toda tu alma, que aún sigues con vida.
¡Grita!, que eres parte de algo.
Algo que no comprendes,
que no observas,
que no amas,
que no vives...
Eres parte de la tierra,
de este sol que calienta,
de esta luna que brilla,
incluso cuando tu corazón la opaca
y se pierde en aquella diminuta inmensidad
que llamas vida. |