Naciste tan temprano que nadie en el mundo alcanzó a celebrar tu bienvenida. Despertaste al sol que soñaba con tus frutos y regalos que entregarías a la gente que tuviera la suerte de conocerte.
Al comienzo tus pasos por el mundo fueron inestables, tus amigos imaginarios te buscaban, te sorprendían cada vez que tus juegos precisaban alguna compañía, compartías con ellos tus secretos y habilidades.
Te dabas el gusto de recibir aplausos desde muy pequeña cuando imitabas a tu cantante favorita o cuando adoptabas muy maduramente tu rol en obras pequeñas que realizabas junto con tu grupo de primas...nunca te lo dije, pero entre los espectadores mi corazón aplaudía también con orgullo y sueños. Pero ya sabes, una que es vieja y que tuvo un pasar triste por la vida, la mente ordena que tus sueños sean que tus hijos aseguren en cuanto puedan su futuro, que posterguen sus anhelos hasta que su calidad de vida se vea consolidada. Tú lo sabes, naciste en un período social y económico muy difícil en este país y yo no quería que tu, mi niña frágil, supieras de amarguras.
Las matemáticas dejaron de congojar tu vida, y me comentan que extrañarán tus discusiones, pero ahora creo que fue lo mejor.
Al crecer, tu confianza lo hizo a la par con tus sueños, aquellos nunca te dieron la espalda…hija, como poder dar pasos atrás en el tiempo, en la lejanía y apoyar lo que el corazón me dictaba, apoyar tu carita que irradiaba de júbilo cuando las tablas iluminaban tus pasos.
Pero aquí estoy, con tu padre, que en silencio acompaña mis dichos, aquí estoy tratando de estar presente y cerca a la vez, de tus pasos, de tus caídas, para secar tus lamentos cada vez que se te eclipse tu marcha por la vida, aquí estoy y aquí estaré para que te apoyes en mí, porque gracias a ti me siento una mujer consumada, una mujer realizada, una mujer feliz que su hija camina con éxito por su profesión y salta obstáculos como nunca nadie lo ha visto.
Cuando te veo actuar me dan ganas de alargar mi vida para seguir aplaudiendo tus progresos, para soñar mis sueños contigo, para dar gracias a la vida de que tú estés conmigo, de que tú me ames como lo hago yo, de que seques mis llantos cuando precise de una amiga, de que estés ahí y me mires y sonrías al mirarme.
Vuela hija, vuela y verás que los demás sentirán tu pasión y te querrán y te seguirán, vuela y sigue haciéndome la madre más orgullosa de su retoño, de su linda niña.
Anda mujer, vive tu sueño como lo has hecho porque nunca estarás sola y nunca te faltará nada porque ahí estará tu familia, tu talento, porque tienes la fuerza para levantarte y seguir. Confía pues te irá bien.
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