Alquilo, pero no me lo tengan en cuenta, un collar de perlas en el cuello de la nalga, un nudo en la garganta y la suma nerviosa, fúnebre y todo, de todos mis días.

Hoy es de noche, pero no me lo tengan en cuenta, y hace frío...

Alquilo, paciente y lenta, la
Cañería pestilente de mi sexo
De los bajos fondos de París,
La sal, estúpida, de mi lengua
Bífida (a partes iguales), un
Erotismo a flor de piel que
No es flor ni piel sino cardo
En carne viva

Alquilo dos segundos la
Oscuridad de mi cueva, tres
La feliz enhorabuena, un
Átomo en pena, en fin, lo sé,
De mi vergüenza...

Alquilo, seguro, a quién no debiera...
Al ferroviario, por ser quién es, completos los rieles y las curvas de mi vía férrea...

Alquilo, en fin, lo sé, mi
Moral de invierno y primavera,
Mi lana de, yo, puta ramera,
Lo sé, en fin, mi política de
Precios inflacionaria, del coito
Ininterrumpido, una violenta
Ráfaga, mi Virgen de Guadalupe,
Al sicario de Tijuana

Alquilo, pero no me lo tengan en cuenta...
En fascículos mi cultura griega, de
Artaud, la locura milenaria, en fin,
Lo sé, la apertura y el cierre bursátil
De mis dos piernas, cimas de roca,
De sarna y grasa

De mi cuello de oruga las
Doce leyes de la poesía; de mi
Clítoris, la parte proporcional de
La materia euclidiana; de mis pechos,
Verbenas en plata, el rosario y unos
Veinte poemas de amor y una
Canción desesperada; de mi temblor
De vagina, apenas la religión morava;
De mis ovarios, la feria de los niños
De un domingo cualquiera, cualquiera...;
De mi útero, la inferioridad orgánica;
De los diversos labios, sus correspondientes
Férulas, sus correspondientes dramas...

Alquilo, pero no me lo tengan en cuenta,
En fin, lo sé, la virginidad del pez vagabundo
Bañado en arcilla, a los doce apóstoles, la
Sobriedad de mis lecciones de puta ramera
(de mi lana...), el terror cósmico del ser
Púbico y no morir en la tragedia, el dolor de
La mancha, el placer de la herida, el mar
Inquieto al agua, el barco que va a la deriva,
Al camino, el viaje de idayvuelta; un par de
Oídos, sí, a mis cuatro orejas

Y la fatiga de los pies de Hércules a la
Montaña, y un espantoso ruido de pájaro
El del pájaro que, allá, copula...

Alquilo, pero no me lo tengan en cuenta,
Lo sé, en fin, los Miércoles de Ramos
Después de la escuela, toda toda la
Semana entera, mi olor al perfumista,
Mi oído al sordo que desespera, y al
Ciego, una especie de lectura pasajera

Pero no, no me lo tengan en cuenta...
Pero no alquilo mis patas de gallo a
Un marido cualquiera, ni las mancuernas,
Un poco saladas, de mis uñas de pantera...

No la ternura,
Un pedazo virgen de mi cabeza,
No las letras profanas de Alejandría,
Ceniza y saber y dolor y aún ambrosía,
No mis doce lágrimas de apóstol a
Un apóstata cualquiera, no, en fin,
Lo sé, no a cualquiera, la carencia
Afectiva de mis ciento ocho años
De dos siglos de agonía, no el verso
Político de mi boca, no de mi plasma
Sanguíneo, la lucha revolucionaria

Alquilo, pero no, no me lo tengan en cuenta...
No alquilo, señores, el suicidio
Privado de un Moro, cualquiera, en Lima,
No mi filia francesa, rocambolesca,
No el sagrado Párnaso a un comerciante
De pieles cualquiera, lo sé, en fin, no a
Cualquiera, no la saliva de un discurso
Dicho en la academia, no mi radiografía
Íntima de ánfora fenicia, no mi rabia,
Aún inútil, de poeta

Los escarabajos de ojos como agujas, el pincel y la espátula, no me lo tengan en cuenta, los rinocerontes de un solo cuerno de Sumatra, aún maduran la madrugada

Pero no el silencio del primer pie que pisó, ésta, blanda, tierra, no el conformismo del pez espada...

Alquilo, pero no me lo tengan en cuenta, en fin, lo sé, a quién no debiera, mi soledad a la suela.