Sentado contemplé
las nubes avanzar,
intentaba no escuchar a la gente
Tampoco aceptaba
el desafío que implícito traía
la mirada que encontré.
No la supe conocer.
El gris se encargó del resto
las sonrisas siempre eran
un bien preciado.

La opción fue automarginarse.
Negocié con la promesa de mis sueños
y compré realidades
que me ayudarán en la tarea olvidar.
Quizás era más fácil
intentar comprar una venda.
Amarrarla sobre los ojos,
no contemplaba preocupación adicional.
Los miedos siempre podían más
al momento de definir
mis siguientes pasos.

Temblaba sin razón,
aun cuando el frio
era ya algo habitual.
La lluvia tampoco mojaba.
Tantas veces predije mi caída
que ya mis hombros
estaban desgarrados.

Enfrenté una imagen en el espejo,
conocí unos ojos.
Mi soledad era evidente:
ni siquiera conocí quien soy.