Esas noches
Pobre. Todavía lo recuerdo, tratando de despertarse, tratando de abrir los ojos y poder volver a la realidad. Yo estuve ahí.
Se repetía solo algunas noches, tal vez a ustedes también le ha pasado alguna vez, sentir ese miedo que invade el cuarto y que se aproxima hasta la cama, ese cosquilleo en todo el cuerpo, esas ganas de llorar, esa impotencia de luchar contra lo que no se puede ver ni tocar.
Así fue que Alejandro comenzó a tener miedo a dormir . La primera vez, cuando sintió esa sensación tan horrible creyó que había sido producida por el mismo cuerpo, por el cerebro, tratando de explicar que al estar tan cansado la mente humana intenta formar una barrera a lo consiente y que algunas veces, algún pensamiento puede escaparse y producir alguna reacción negativa en la persona. Pero eso es demasiada sicología. Puedo decirles que es algo más que eso... yo estuve ahí.
En un viernes, después de que Alejandro dejara a su novia en la casa y entrar el auto, se quedó dormido mirando una película mala de ciencia ficción.
El dormía, pero tenía una forma de descansar muy extraña. Mientras recorría los ríos metafísicos de sus sueño, también percibía lo que ocurría en el mundo real ( si se puede decir real). Descansaba sobre un árbol en la India junto con sus amigos cuando sintió que alguien entraba a su habitación.
La India desapareció, también sus amigos y su oniricidad quedó limitada a una oscuridad preocupada por lo que pasaba allá lejos, afuera.
Primero un ruido de puerta, un sonido metálico, realmente horrible, luego unos pasos que se aproximaban hacia la cama, lentos, pausados. El pobre trataba de llamar a su padre, movía su boca torpemente intentando pegarle a la pared con sus pies para poder llamarlo. Pero no podía, no lo dejaba. Yo lo sé. Yo estuve ahí...
Creyó que sería como otras veces, que si se quedaba quieto o si tan solo se calmase todo se iría, pero no, esta vez no, esta vez se quedaría con él, se acostaría a su lado y lo abrazaría con su aliento helado.
Y se cumplió. Alejandro todavía no puede despertar. Ya han pasado dos meses... tanto sus sueños como su realidad están invadidos por el miedo.
La puerta que se abre...
Los pasos lentos...
Ese aliento frío...
Yo estuve ahí...
Yo lo hice...
Yo soy el miedo.
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