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No, nunca el Ave Fénix morirá
a lomos montado de Pico Duarte
tras mil incendios y mil salvajadas
y el cielo ardiendo en nubes de llamas.
No, nunca el áureo fuego morirá
y nunca fue tan eterno el instante,
nunca fue tan breve esta vida ingrata,
nunca dio tanto igual lo que pasara
allende el dedo índice del Caribe
señalando a Dios, envuelto en algodón
sobre un mar de bosques e infinita plata
que devuelve el reflejo que recibe
en la nueva y viva mañana. El fulgor
trémulo de la vida: ¡Mirad sus alas! |
Texto agregado el 07-01-2005, y leído por 137
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