El cielo ya oscureció, como todos los días a esta hora. Fue un día de trabajo agotador, llego el momento de regresar a casa. Esta vez caminare sin tomar atajos, quiero pensar, necesito pensar. Es difícil hacerlo cuando bloqueas tu mente todo el tiempo, cuando pretendes que así evadirás la realidad, cuando crees que de alguna forma puedes escapar de ella…
Hoy quiero sentirla con su sarcasmo lacerante, sentir las heridas en carne viva y disfrutar el dolor, soñar con una carcajada de felicidad. Aquel etéreo e inexistente sentimiento. No me importan unos pies hinchados…se solucionara con tan solo sacarme los zapatos. Puedo llegar, claro y siempre puedo tomar un taxi si estoy muy cansada. Ja! Siempre buscando soluciones facilistas… Y es que estoy cansada aunque más cansada estoy de soportar el día a día que de caminar unas cuantas cuadras de mas.
Unos niños desarrapados limpian los parabrisas de los automóviles, me conmueve verlos, tan pequeños, frágiles, y grandes y fuertes al mismo tiempo. Hasta podría llorar de pena, pero que intrascendentes son mis lagrimas en este caso, como en todos. Si no sirven para nada, no al menos para solucionar sus problemas…
La tenue luz de los faroles de esta calle ejercen en mi un efecto relajante, pero debo apurar el paso, unos tipos nada amigables han empezado a seguirme, estoy asustada, nuevamente no puedo pensar, el miedo me bloqueo…
Camino rápidamente, ahora nuevamente estoy a salvo, a salvo de aquellos tipos. Pero no a salvo de la rapidez de mi cerebro…por el pasan mil y un ideas, algunas tan fugazmente que casi no puedo percibirlas, otras persisten hace tanto tiempo que ya es imposible arrancarlas de mi mente…
Por ahí va Mariana, hace tanto que no la veo, subió mucho de peso, tan delgadita que era…y ese tipo con el que se caso, tan feo para ella, ojala que no me vea, no quisiera saludarla. Al frente un grupo de chicos ríen alegremente, se persignan con indiferencia al pasar por un velorio, jamás dejaron de reírse…
El aire helado entra por mi nariz, respiro profundo, lo siento llegar hasta mis pulmones hace frió y el viento deja su huella , mis mejillas congeladas dan fe de ello…
La luz de la cocina de mi casa esta prendida, la veo tan lejos, tan diminuta, tan inexistente, tan fugaz, apuro el paso quiero estar ahí ya…
Por fin llegue a casa, y a pesar de ser tan tibia y acogedora . Me siento cansada, como deben de estar los niños que limpian a autos, triste como los deudos del velorio, indiferente como los chicos que pasaban por ahí y sola como el difunto el cajón, a diferencia de el, espero que no sea para siempre….
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