Todo estaba negro, las cortinas cerradas, el aire viciado y en la mesa una señora, muy bien acomodada les digo, miraba dos sonrientes tazitas de café, rosadas, anchas y llenas hasta el borde.
El oído de la pobre mujer allí sentada habia sido derrumbado y con un cuarto de tímpano, escucho q algo tocaba la puerta y se levanto de su cruel letardo para abrir (como buena dueña de casa que era)
-¿quién es?-preguntó con una voz aguda y sacudiendo el polvo de su cabeza
-es que el té ya está listo...
Al encuentro salió Don Féretro, brillante como si le hubiesen echado pasta de zapatos, seguido de su hijo mayor, Nicho.
-¡Ay Don Féretro tanto tiempo!
-¡Tantas lunas mujer! aqui´traigo a mi hijo...Nicho por favor saluda a Doña Ataud...para que nos acompañe.
Sin decir una palabra Doña Ataud abrió las cortinas y puso otra taza de café. Todo el cuarto era rosado, las paredes,que hacian juego con las tacitas, y corazones que caían de arcoiris adornaban el cursi aroma que ahora envolvía la habitación.
-siéntese no ma
-gracias mi amiga
- ¿qué es este cafe que está tan bueno?
-ah...lo que habia no ma po, no es na importao de Francia o algo asi. Aqui no es como en tu "humilde hogar", apena tenemo donde caerno muerto aca...pero claro como vo eri ma regodión y como por alla estiran la pata con el millón en el bolsillo..
- ya, ya ya cálmese mujer
El silencio se expandió rapido por la habitación hasta que una palabra tocó el fúnebre mantel de plástico pintado de flores.
-oiga Doña Ataud ¿y que ha sido de sus hijos?
-¿Ah?
-esos po, los tres de caoba
- uno de álamo-corrigió- más wenos esos cabros...
- Oh si "they are nice"
- tai gringo ¿ah?-rió
- y?
- ah...no, se me murieron
Y estallaron en carcajadas de llanto