Para Melina y Ángela.
Primero fue la vista. Recuerdo imágenes de cuando era muy pequeño. Algo después, el habla.
Me cambiaron de curso en primer grado, cuando a mis seis escasos años (mirando una lámina de un pulpo que colgaba de la pared) tuve el impulso de decir (y dije) —Eso es un cefalópodo.
Recuerdo entre brumas el brazo y la mano de la maestra que me llevó a mi nuevo curso. No la voz, pero sí lo que dijo, —Acá te traigo al de las palabras difíciles.— Así ha sido desde entonces.
Mi madre evoca y relata otras muchas anécdotas, cada vez más ricas y mejor detalladas, en las fiestas, en la navidad, en los fines de año. Y tengo la sensación de que mi vida y los cambios en ella, son como saltar de riel, entre vías paralelas.
Mi vida ha sido siempre una búsqueda, o muchas, no sé bien. Acaso la de cada uno lo sea, no sabiendo bien de qué...
Luego, llegó la lectura. Hay una, sobre todas las demás, que me obsesiona.
A la edad de ocho o nueve años tomé aquel libro...
No puedo recordar el título, ni el autor, mucho menos su tapa, lomo, tamaño, color u olor.
Sólo un cuento.
Y me persigue.
Y lo persigo.
Ese cuento trataba de un aviador que, haciendo acrobacias en el aire, tuvo una panne. Despertó en un hospital. Nadie sabía su nombre. Creo que tenía un anillo. Él recordaba su vida previa, pero Buenos Aires -si era esta la ciudad- no era la misma. Algunas calles no tenían los nombres que él recordaba que tenían...
El autor arriesgaba la sugerencia de un cambio histórico, no sé si el predominio celta o la victoria de Cartago sobre Roma.
El aviador con sus acrobacias había efectuado los "pases mágicos" necesarios para desplazarse a un mundo paralelo. A otra dimensión, pongamos por caso.
Subyace algo de Física Cuántica, de mecánica cuántica, en todo esto, esos hipotéticos universos paralelos casi indistinguibles entre sí, superpuestos, inhallables, y diferenciándose uno de otro y creando nuevos universos con el transcurrir del tiempo.
Desde entonces no volví a hallar ese cuento. He leído, suponiendo como autores a Borges o a Cortázar cuanto libro de ellos encontré. Lo mismo, luego, con cualquier otro libro de otro autor que me haya cruzado, sin suerte.
Si no me falla la memoria, el aviador pasó el resto de su vida intentando el acrobático regreso a su mundo original.
Y yo, procurando regresar a ese cuento.
Dicen que la vida nunca es igual al leer un buen libro.
Quizás el mundo, tampoco.
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