Los ácaros del pasado
se burlan, ya, desde mis huesos
y mi sarnosa estancia como humano
se ha cansado de curas y remedios.

He visto el sol cada mañana
rasgarse frágiles tinieblas
más mi sarnosa estancia humana
conserva sus llagas negras.

Y el escozor de los recuerdos
ampliados con la piquiña del presente
me rasgan la piel del pensamiento
dejando huecos pestilentes.

A la mirada de todos soy leproso
huérfano de la salud y el bienestar
que pierde a cada rato grandes trozos
pudriéndose en los miasmas de su mal.

Huyendo despavorido del contagio
me lanzas piedras de incomprensión
y cuando intento acercarme, me haces daño
todo en nombre de mis triste situación.

Entonces escarbo hondo en el pecho
la causa originaria de infección
desprendiendo la carne del tropiezo
exponiendo mis tuétanos al sol.

Pero un eclipse traicionero se presenta
coagulando mi esperanza y mi dolor
entre todas las costillas se acrecenta
un inmenso y metafísico tumor.

La metástasis del duelo se traslada
las extremidades y el cráneo ya enquistó
y lo que era mi sarnosa estancia humana
se ha convertido en agonía y depresión.

Ya los ácaros desde la sombra pululando
Desmiembran el fruto de mi amor
Con una duda mi esqueleto se ha quebrado
Sin encontrar esa luz que en sus tuétanos buscó.