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Una rosa blanca

Fermín fue hasta la florería de su barrio, entró y miro superficialmente su alrededor. Se dirigió rápido hasta el mostrador donde lo aguardaba una señora de unos cuarenta años.
Siempre compraba lo mismo: una rosa blanca. Todos los meses, siempre que cumplían el aniversario le llevaba a su novia una de ellas.
Fermín era un joven raro, metódico en su vida pero a la vez misterioso y poseedor de una mirada inquietante.
Tenía unos dieciocho años, estudiaba medicina en la facultad nacional; su novia, Carla, cursaba ya el segundo año de sicología.
Salió de allí, y se subió al coche. Unas veinte cuadras y una casa de ladrillos a la vista indicaban que su llegada a destino. Tocó el timbre y salió ella, alta, de pelo castaño y ojos azules; Fermín ocultaba la flor detrás de su espalda.
- Felices tres meses, amor- le dijo sonriendo. Al instante le dio el regalo. Ella miró la rosa, después dirigió sus ojos hacia su novio y le sonrió.
- Gracias. Felices tres meses para vos también, amor.
Así fue avanzando la relación, la florería, la rosa blanca, los cuatro meses, los cinco y él no podía darse cuenta de que la relación se debilitaba cada vez mas.
No podía darse cuenta como la mirada de Carla, ese brillo tan calmo, se extinguía poco a poco.
Ella sufría por sus sentimientos, sufría también por los de su novio, ignorantes de la nueva situación en la relación.
Pasó en una noche, algo nada pronosticado. Tocaron su timbre, creyó, tal vez por costumbre que sería Fermín.
Abrió la puerta y se encontró con su ex novio que pasaba por ahí y decidió ir a visitarla.
Se quedaron charlando durante unos quince minutos en la puerta de entrada, elogio de un lado, halagos de otro, confusión de por medio dio como resultado un beso. Carla tenía sus ojos cerrados, su mente confusa, totalmente bloqueada.
Fermín había dejado el auto en el taller, por lo que decidió ir caminado hasta lo de su novia. A menos de diez metros la pudo ver; con quien ella había dicho un tiempo anterior “ una historia pasada”.
No podía entender la situación, no podía entender en que había fallado, miles de pensamientos pasaron por su mente, venganza, odio, rencor. Dio media vuelta, se prendió un pucho y se fue a su casa.
Al otro día cumplían seis meses. Tocó el timbre como siempre. Ella la abrió, sabiendo que era él. Le sonrió “ gran hipócrita”- pensó él.
-Feliz seis meses amor- le dijo, mientras escondía la rosa blanca, como siempre, detrás de su espalda. Y se la dio.
-Feliz seis meses para vos también. Gracias, le dijo por el regalo.
El miró la flor y luego a ella y se preguntó en vos alta:
-¿Una rosa blanca?, pero no...no era blanca...
Ella lo miró sin entender.
Fermín sacó un cuchillo y lo hundió en el pecho de Carla. Tomó la rosa y lo mojo con su sangre.
-Ahora sí amor, una rosa roja, para celebrar nuestro aniversario.
Dio media vuelta, se prendió un cigarrillo y sonrió felizmente.

Texto agregado el 01-11-2002, y leído por 440 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
13-11-2002 ¡Ta muy bueno tu cuento! Tiene imagenes, las descripciones son sencillas y buenas...me gustó mucho! Saludos Dawnie=) dawn
 
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