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Inicio / Cuenteros Locales / Daicelot / armar o desarmar, construir o destuir...

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Caminaba la chiquilla por la vereda de baldosas. Yo la miraba, amándola. Un paso ligero, tras otro más ligero. Miraba hacia atrás mientras caminaba. ¿Seria que evocaba recuerdos? No se me ocurre otra cosa en que pensar. El sol tú sabes como es, y está formado de varias capas de las que no podemos escapar. Ahora, piensa, rápido, piensa, que no se escapen las imaginaciones, que no te detengas a meditar lo que estabas pensando hace 10 minutos atrás. Ahora solo estas tú y el pasado formándose del futuro, absorbiendo segundos que se desaman igual que pensamientos escritos desde la mente. Inmediatamente se logra describir a la perfección que lo que estoy diciendo se trata -a todas luces- de un pensamiento no formado, de una idea no concebida y agarrada, atrapada, enfundada dentro del cráneo aun. Y estoy escuchando a Erick Satie y bajando canciones de Chopin. Ahora, retrocedo sin prisa a la noche anterior, cuando la mente se desbandaba sobre un cuerpo reo de si mismo, abriendo ventanas y respirando oxígenos que no le pertenecían por el simple hecho de estar mirando desde adentro hacia afuera. En esos casos nunca se puede decir nada, y todo lo que se está pensando queda atrapado dentro de uno, siendo causa de depresiones y alegrías posteriores. Nunca algo en el mismo presente. Escribir, mi vida, es así, como un soldado que pelea con entusiasmo una guerra que no le corresponde y luego termina muriendo por una causa ajena. Y no lo hace por ser mártir, sino de ignorante, o quizás porque le gusta la muerte o ha notado que escribiendo su cabeza no encuentra soluciones posibles para ningún problema dentro de una vía natural, y le gusta el leseo y la redundancia. Por eso sigue, y sigue, y sigue en un afán que parece de película. ¿No lo es acaso? No, no lo es. Efectivamente, todos tienen esa serie de pensamientos, pero no tengo la certeza, así que lo escribo haber si alguno me dice: oye, sabis que yo también...

Ahora ensañémonos un ratito. Chico, breve, antes que se de cuenta alguien y nos pongan una corbata.

Buen día persona. Si, hace tiempo que te estaba esperando. Es que no sabes todo lo que tenía que decirte, que era mucho e importante. Cosas de la vida, de la muerte y de la resignación. Cosas bastante apolíticas y telepáticas. Porque tú piensas de la misma forma que yo y entonces hacemos un buen equipo en la caza de gárgolas risueñas. Y ahora debo escribir una larga frase y terminarla con "sueñas". Todo para que rime y sea como un chiste, porque siempre hay que estar diciendo ese tipo de cosas para creer que todo es más fácil de lo que parece, o de que los edificios son más pequeños de lo que aparentan con esa solemnidad de 20 pisos sobre la faz de la tierra. Entonces, si estás alegre por los chistes puede que hasta logres levitar sobre el suelo, cantar una canción o tocar el piano sin haber tomado clases. Y hasta puede que logres entender que yo me estoy riendo porque tú te estas riendo, porque solo no puedo, porque solo, sólo se ser, y lo sé. Y no creas que pienso detenerme a reír y dejarlo todo así. Mi intención es clara... es seguir y seguir y seguir hasta que ya tenga ganas de hacer otra cosa que no sea estar exponiendo de forma impune los pensamientos que se me vienen a la mente en este momento, y que son de varias formas y tamaños, y vienen en bolsas de plástico que dicen "Líder" escrito en letras azules. Los colores, sabrás, son algo que me atormenta en demasía. Por ello los desterro un poco de todo ámbito existencial y/o vivencial, para así favorecer la neutralidad en cuanto a la crítica ajena... bromeo, es cierto. ¿Te conté de ayer? No, es cierto. Bueno, es que me matriculé en la universidad, y me dieron un bolsito con una frase en latín y una agenda que dice "UFRO 2005" afuera. La agenda está bonita, de ahí veremos si la llego a usar alguna vez, todo depende de lo que tenga que decir, conservar, amar, aborrecer, esperar, destruir, armar.... tú sabes que es bien difícil adivinar las cosas que uno va a usar o no va a usar, porque uno a veces cree que usará lo que le gusta y, en cambio, termina ocupando lo que se le viene mas fácil, o sea, lo que no le gusta. Porque tendemos a lo mas fácil, al atajo y la vuelta mas corta, porque somos humanos y es nuestra naturaleza. Es el instinto. Como reproducirse, comer y dormir. No es algo que podamos evitar. Por eso no te podría asegurar si en verdad usaré la agendilla aquella, que por lo demás, es bastante bonita.


Resulta que tenia que llevar a un aval para postular al crédito universitario, así que hice todo lo que pude solo y le pedí a la Natalia que me acompañara. Y le decía "mamá, acompáñame a firmar el cheque y a pagar la cuota" y ella se reía de forma risueña, y es que siempre se ríe así de lo que le digo, no importando lo ridículo de mis comentarios de ludismo. La Paula andaba con su padre, yo huérfano. Había un sol espantoso de caliente y quemante, daban ganas de tirarse de edificios o salir volando como águila calva por las montañas de bosques olvidados. Al rato ya quedé libre, luego de calarme en la fila y rellenar todo medio rápido (dudo que no me haya equivocado). Como sea, nos quedamos a esperar a la Paula sentados a tres metros de la extensa fila de gente dispuesta con caras serias a formar parte del reducto universitario. "¿Quieres ver mi carta? Toma" Lee. Miro. Lee. Miro. Aparece la Sara de un pedazo de fila de más atrás. Hola pues, y en que quedaste... Sicología, "No me wei... ¿en serio?, yo también, ¡vamos a ser compañeros!", me dice. Disertación sobre sicología. Análisis al máximo, la personalidad voragínica de la Sara no permitía mucho más que analizar y quedarse mirando como el mundo parecía substraerse mientras ella parlaba. La Natalia asentía, yo asentía, el mundo asentía con una mirada que no se podía determinar, porque era por sobre todas las cosas una mirada de mundo y nunca he logrado entenderlo. El calor, abismante. "¿Vamos a mi casa? está todo desordenado eso si..." propone la Natalia con aire nataliesco. Vamos, dice Paula, Sara ausente, despedida hacia ya cinco minutos. Salimos. Cruzamos la calle. "¿Que no es Huincahue?" (¿que no es tigrán? pensé yo). Paula corre hacia los muchachos. Natalia dice: "Deberíamos ir, también". Anda tú, yo me quedo. Va. Yo me quedo. Vuelven. Yo sentado en el pasto. Natalia pregunta: "¿Puedo apoyarme en ti?" y se tira. Pasan dos minutos que parecieran ser una eternidad en miniatura. Tibia y pasteada, mirada sin ojos, por decirlo de alguna forma. Siempre uno termina desembocando en esas cosas, es cosa de dejar pasar los minutos y ya... es inevitable. Paula dice: "tengo sed... voy a comprar una bebida. Pollo... ¿Vas conmigo o te quedas con Diego?". Duda de la Natalia. En diez segundos toma una decisión. Va contigo, Diego se queda escuchando y pensando y manoseando el pasto. Pensando. Mira, las ve caminando con aire nataliesco y paulesco respectivamente. Desaparecer así, sin despedida, es una oferta demasiado tentadora. Es como siempre imagino las despedidas y los saludos, como que no quiere la cosa, aparecer, desaparecer, destruir, desarmar, armar en un nuboso instinto de supervivencia. Pasa una micro. Ascender. Mirar por la ventana. Quemarse con el sol. La vida es eterna en cinco minutos, en diez, mil, mil, mil, mil, mil uno. El tiempo pasa sin presión de nada, en un paso ya seré viejo, en el otro ya estaré muerto, dos pasos antes estaré en la mitad de mi vida sufriendo las agonías de un mundo que se desintegra solo, y en el que ni siquiera deseo participar y debe tomarme y obligarme a meterme en él porque o sino me echan y me matan y me tiran en el camión de la basura para ser reciclado por alguien mejor. Y entonces es cierto... y entonces es cierto.... todo es más grande de lo que creía, todo es tan difícil como lo pensaba, todo es tan inalcanzable como siempre. Yo, el nimio, camino por una calle bajo el sol y me voy sin pensamiento, y veo a una mujer cruzar la calle con agitación, lleva una bolsa de plástico y chalas. Y no me importa para nada si muere o si vive la mujer, porque ni la conozco y soy egoísta, y solo me importa la gente que conozco. Vivir es complicado, pernicioso, la música lo es, todo lo es, la superficialidad es como un bicho que se mete y no sale más y absorbe todo lo que tiene a su paso. Y ni los niños se escapan. Y nadie se escapa. Y yo tampoco me escapo. Y es que es una prisión tan grande que no se logra atribuir como prisión, y se le dice simplemente entorno, ambiente, mundo o planeta. Pero si es una prisión, porque no deja salir a nadie y a todos se les da cadena perpetua. Y algunos se dan cuenta de eso y se enloquecen, y ahí queda la grande, porque los tienen que encerrar para que no contagien a los demás de ganas de huir, de arrancarse de la prisión aunque sea en un bote de goma, aunque sea como lo hicieron Ícaro y Dédalo, y aunque uno de los dos fue acosado por el sol hasta la muerte. Y el sol es pernicioso, porque es la punta de la cárcel, y nos mantiene la reclusión y nos refriega que nunca vamos a poder salir. Y se pasea como un guardia de rayos luminosos, que pareciera fuesen de estos palos que usan los gendarmes. Por eso me entristece el sol. Bueno, casi todo entristece en estos días. Porque es dificil saber si armar o desarmar, construir o destuir... todo me parece tan igual que me pierdo en los detalles. Al igual que este texto y sus brazos estirados.

Texto agregado el 05-01-2005, y leído por 1237 visitantes. (0 votos)


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