Ayer, cuando le besaba las pequeñas estrellas.
Ayer, cuando la hurgueteaba sintiendo su aroma,
la hacia olvidar su decencia y la obligaba a ser sincera.

Antes, cuando me miraba en sus ojos
mi imagen se devolvia limpia de toda impureza,
y se ahogaba en la inmensidad de su rostro.

Olvidando la normalidad que siempre odié
y otorgandole un sitial de honor a su extrañeza.
Creyendo que los imposibles nos besan los pies,
mientras nosotros nos deslizamos por sobre sus verdades color hipocrecia.

Antes, cuando mis días comenzaban y terminaban en tí,
Cuando el sol no existia opacado por la eterna luz de tu figura,
aquella implacable sombra atabiada por el infinito resonar de mis palabras.

Ayer, cuando tu orgullo me acariciaba,
tus prejuicios me ahorcaban
y la sombra de tus miedos
me protegia de la realidad.

Cuando nos escondiamos de las voces furiosas
y nos arrancabamos donde nadie pudiera vernos.
Hartos de tantos límites pero caminando en una cuerda floja con los ojos cerrados y los sueños en los bolsillos.

Ayer, cuando le besaba las pequeñas estrellas,
aquellas que seguramente iluminan a otro.
Ayer, cuando la urgueteaba sintiendo su aroma,
ese pequeño suspiro de su cuerpo que ya no me toca.

Cuando pensaba atravezar las barreras de nuestros cuerpos sólo mirándola.
Cuando Usted me miraba y me desvestía con sus palabras...

Ayer,
cuando estuvimos vivos
y aquella vida
no se vivía con ropa.