Como ladrones en la noche entran las malas noticias a mi vida, y me colman de sensaciones malditas. A partir de esta noche, nada será igual.
Cosas destruidas, ilusiones perdidas, lealtad quebrada. Cristales incrustados con sangre y dolor, hiriendo alegres almas, maltratando colores y estaciones. Rompiendo esperanzas, desgarrando alegrías, alejando descansos, sumergiendo justicias.
Malas noticias nos dejan perplejos, sin algo por qué luchar. Las pasiones de la vida se tornan en ajenjo. Amargos sabores tieñen nuestros sentidos. Dolores profundos se arraigan en seres vivos que son y existen para sentir, para percibir.
No se puede seguir el camino; el transporte de la vida se cae a un barranco. Difucultades hay que resolver, problemas hay que reparar, siempre mirando a aquel que ayuda, siempre declarando nuestra incompetencia, nuestra estupidez. Ya nada será igual, nada es igual, en palabras sin blanco.
El mismo camino es imposible seguir recorriendo, pues se vuelve algo imposible para nuestras facultades, para nuestros estados de ánimo. Pero lamentablemente, el transporte no llevaba a solo una persona, a solo una alma que siente y que decide.
El dolor, el rechazo que producen las malas noticias nos provoca un sentimiento tan extraño y tan malvado que el mundo se nos viene abajo. Pero desde abajo vemos y pensamos, sentimos y percibimos como los que caen en esos hoyos. Extraemos lecciones para no hacer lo mismo, para no caer en el mismo hoyo. Lamentable concecuencia del actuar egoísta y sin razón de un alma que no sabe lo que hace, pero que después acusa su intelecto y mentalidad diciendo que sabía en dónde seestaba metiendo; por peor que sea, pregona su deseo, y dice: no quiero salir de este agujero, negro y oscuro.
Distinciones no hago, ni menciono, porque no hay necesidad. Solo quiero declarar que cada persona tiene sentimientos, tiene su propia menera de ver el mundo, a pesar de que existe una sola mentalidad y sentido de justicia implantado por el diseñador. Es difícil de comprender cuando uno no paga la entrada para asistir y contemplar el espectáculo, y llorar o reír con los que lloran o ríen.
Solo la vida nos da estas oportunidades para crecer y ver o evaluarnos, sobre el asunto, para medirnos y darnos cuenta en dónde estamos metidos; si o no. Pero, ¿qué es la vida? La vida es lo que tenemos, no en donde nos movemos y sentimos. La vida resulta en esas concecuencias, diligentemente sentir las cosas y los sucesos, tiempos y sazones, placeres y angustias... Pero la vida solo se siente cuando única y exclusivamente tenemos "buenas o malas noticias". Es ahí donde se pone a prueba nuestras capacidades de interpretar los sucesos y las circunstancias que nos rodean. No basta mencionar nuestros propios sentimientos y nuestras actividades. Como seres racionales, no nos dejamos intimidar por las emociones, aunque bellas son, como un complemento. No podemos hacernos los tontos ante las malas noticias que oímos, que presenciamos en nuestras propias casas, donde una gran ensalada de mentes y corazones hay. No intento referirme a noticias de la televisión. Algo diferente es lo que mi corazón siente e impulsa a escribir a traves de mis dedos. Son noticias de resultados de sentimientos, de deseos que se llevan a la práctica, cuando no debería controlarnos la llamada vehemencia.
Pensado he estado, y examinando mis entrañas para darme cuenta si es que voy por ese camino también. Mi escudriñamiento ha resultado neutro. No he llegado a tener el completo entendimiento de mi situación. Seguiré teniendo en cuenta mis emociones, pero mi sentido de justicia está vivo también. Solo una cosa me queda por hacer: humillarme, pues mi corazón está indeciso, dividido. Trataré de sentirme cerca del que me dio la vida, para comprender las cosas de la vida. Lógico.
Las malas noticias nos llegan como nunca esperamos, como nunca queremos recibirlas, como nunca otras recibidas antes. Cada una de ellas tiene su propio mundo, su propio diseño como cual copo de nieve. Intrincados procesos tienen las malas noticias. ¿Cómo he de interpretarlas? El ser humano tiene la capacidad de hacer, de comprender y de establecer órdenes lógicos que nos guién por donde debemos sentir y emocionarnos, hasta las lágrmias, hasta que la cara se nos quede plantada en el suelo, hasta que el alma se nos desprenda y nos mire fríamente a nuestro lado, sentados en el sofá. Lo que sentimos, no es lo más importante. Debemos reconocer que hay cosas más importantes que nuestros sentimiento, aunque debidamente los colocamos en su correcta prioridad.
Las malas noticias no pueden ser convertidas en buenas, cuando todo está hecho. Solo es preciso tomar otro camino, para que no lleguemos de vuelta por donde mismo. Esto, aunque nos duela, demostrará a quién de veras respetamos, en quién de veras confiamos, en donde en realidad ponemos nuestras dificultades, y en qué lugar está nuestro corazón. Si dividido estoy, procederé a humillarme a postrarme ante mi propia calamidad.
No me permitiré nunca llegar a traicionar mis principios, y lo que creo. Temo y amo mi sentido de justicia, y comprendo mis propias debilidades. Si he de vivir con una espina incrustada en mi carne, lo haré, aguantando dolores del alma que extremos son. En algún momento, se me redimirá y se me dará un placer mucho más grande y feliz.
Malas noticias... eso es lo que son. Cuando vivimos mirando hacia el futuro, nos hacemos grandes y fuertes, como alguien en quién las futuras malas noticias no podrán derribar. Paradoja, tal vez un juego de ajedréz. Pero tengo la virtud de no crear malas noticias, como las que viví ayer.- |