Se encuentran reunidos
En la vieja capilla de madera
Del fundo patronal.

Escuchan las palabras del caudillo.
saben ya
que es demasiado tiempo de abusos,
que hoy se acaba
el letargo
la vergüenza
la miseria.

Hay mujeres, hombres, algunos niños.
Todos atentos
escuchan ávidos
aquello que los refleja
el dolor que los desnuda
esa verdad que es tiempo de revelar.

Comienza la inquietud
hay sonrisas
aplausos
comentarios.
Es el día.

De pronto se oye revuelo
afuera voces
disputas
el trueno de la pólvora.
En el prado se oyen gritos
Y una palabra quemante
¡Incendio!

Desde una esquina empieza a arder
la madera seca de la capilla.
La tímida escala se hace frágil
para llevar en ella
el terror de los reunidos.

Caen dando tumbos
entre ojos desorbitados
Lenguas de fuego
Cuerpos y ropas encendidos.


Al interior de la iglesia
Alguien aún pide calma
Mientras los caballos
sordos de gritos y golpes
corren enloquecidos afuera
frente al fogón enorme.

En un instante se hace silencio
Entre lamentos ahogados
El crepitar de la madera
Suena inmenso.
Entre la quietud dolorosa
Una columna de humo envía señales
que nadie ve.

Hoy era el día.