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Inicio / Cuenteros Locales / La_Columna / En la Columna epistolar: Tras los Pasos del Ingenioso Hidalgo. Por maravillas

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Querido amigo, Julio Enrique:

¡Buen año empieza para la letras y la lengua! y te escribo dando noticia en público con mi carta. Y me está pareciendo, para ensalzar la memoria del hidalgo, que podríamos coleccionar en esta correspondencia escenas, paisajes y aventuras de esta obra tan ingeniosa, creada por la pluma de Don Miguel de Cervantes Saavedra.

Y en mi carta van dibujándose dos siluetas, van muy altas las estrellas y tienen una reverberación pensativa, para que Don Quijote vuelva a salir al campo, acompañado de su escudero. Una tarea valiente y arriesgada, sin duda nos espera, Julio Enrique, levantar la lanza de ese sueño apasionado, de ese capricho imaginativo, tal vez quimera, nacido de la genialidad de un hombre y escrito por su pluma.

La difusión de la obra ya había crecido mucho entre el capítulo II y el capítulo XVI. Lo sabemos porque nos lo dice el propio Don Quijote, cuando trata de convencer de la verdadera y real existencia de los caballeros andantes:

“... y así, por mis valerosas, muchas y cristianas hazañas, he merecido andar ya en estampa en casi todas o las más naciones del mundo: treinta mil ejemplares se han impreso de mi historia, y lleva camino de imprimirse treinta mil veces de millares, si el Cielo no lo remedia”

No fueron vana jactancia las palabras de Don Quijote, amigo, Julio Enrique, sino verdadera profecía. Y.. ¿cuál era la descripción que Don Quijote hacia de su amada Dulcinea y la que de la misma hace Sancho Panza? Una personalidad que permanecerá hasta el final en el encantamiento del sueño ideal que de una mujer tiene el enamorado Don Quijote, nacida de su pecho como una diosa; por la mente de Sancho, en cambio, Aldonza no disfruta de ningún encantamiento: “bien la conozco –dice – a la hija de Lorenzo Corchuelo...”.

Durante mucho tiempo, amigo, el hombre de palpación creyente, solamente creía que la verdad era materia segura. Pero he aquí ahora que la ciencia niega ella misma la materia y la convierte en danza, incluso –dicen- arbitraria, de minúsculas criaturas eléctricas, algo así como una fiesta de hadas ¡pequeñísimas y muy poderosas! Así pues para la ciencia física lo aparente es Aldonza, y la verdad es la sutil e invisible Dulcinea.

“Nunca fuera caballero
De damas tan bien servido,
Como fuera Don Quijote
Cuando de su aldea vino:
Doncellas curaban dél;
Princesas de su rocino, “

Y reiterándome en la propuesta que te hago, en el encabezamiento de esta carta, si a ti también te pareciera, podríamos consagrarla a escenas, diálogos y canciones de esta inmortal obra, e invitar a ello a todos los amigos de esta página a que se unan a recrear los mitos y estampas y los depositen en el buzón de tu Columna de media semana.

Así, abrimos este género epistolar a todo aquel que desee dejar las huellas de su admiración al hidalgo, Don Quijote, y a su creador, Don Miguel de Cervantes Saavedra.

Y ya con las alforjas preparadas, a punto de extender las alas, te dejo en ésta un fuerte abrazo y un beso de tu amiga.

Alicia


Texto agregado el 05-01-2005, y leído por 240 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-01-2005 Buenísima, Maravillas, eres una id. margarita-zamudio
05-01-2005 Excelente y profundo texto, Alicia, aderezado con una estupenda idea que secundo. La invitación está abierta para todos. Quien quiera participar, el buzón es mi libro de visitas (dejar en privado). Borarje
 
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