Sé que no me vendrá a ver esta noche, incluso puedo asegurar que no llamará antes de que me acueste. Podría jurar que su perfume no llenara ni mi cocina, ni mi living, ni mi baño… ni siquiera mi cama. Hoy no pondrá sus manos sobre mi pecho y tampoco me besará la frente para desearme las buenas noches, hoy no… esta noche eso se me es negado solo por el hecho de yo estar aquí.
Deseo que uno de esos milagros obtusos e imposibles tocaran mi vida solo por una noche, solo por esta noche… si el milagro llegará a ocurrir, él abriría la puerta despacio, tratando de que yo no me de cuenta de que esta en casa, dejará parte de sus cosas en el sillón azul que me regalo cuando cumplimos 4 años juntos y el resto sobre el mesón de la cocina, luego servirá dos vasos a medio llenar de martíni, le pondrá a cada uno dos hielos de la nevera y cortara dos rodajas de limón con el cuchillo de mango negro que hay en la cocina, pondrá las rodajas en los vasos y entrará al cuarto con una sonrisa en el rostro, me verá tendida en la cama, leyendo ese libro que tanto me gusta, ese que siempre me recuerda a él y me guiñara un ojo, aun sonriendo. Se sentara a mi lado, después de haber dejado los vasos sobre el velador. Me mirará largamente para luego quitarme el libro de entre las manos y tirarlo a los pies de la cama, luego se volteará y me quitara los anteojos despacio para besarme sutilmente los labios. Se tenderá a mi lado y me pedirá que apoye mi cabeza en su pecho aun cubierto por la tela de la camisa. Me hablará de su día, me pedirá que le cuente el mío, haciendo preguntas graciosas para que ambos nos relajemos un poco. De la nada se levantará despacio, se sacara la camisa y el pantalón y se meterá bajo el cobertor y la sábana, tomará uno de los vasos de martíni que dejo en el velador y me alcanzará el otro a mi, brindaremos por esa noche, por estar juntos una noche mas, por poder besarme largo y despacio, por poder tocarme todas las veces que él quiera y por yo entrar de manera tan maravillosa en su vida… ese sería el milagro… yo entre en su vida, pero él también entró en la mía, ahora me lamento con rabia y dolor no haberle dicho que yo también brindaba porque él estuviera a mi lado todas las noches, porque yo también tenía infinidad de oportunidades para besarlo y tocarlo… pero ya no… ya nunca mas llegará a casa con esa sonrisa única y brillante que llenaba mi alma como quien llena un vaso con martíni…. Ahora debo acostarme, debo tratar de dormir para poder verlo mañana, quizás le lleve rosas, quizás orquídeas… pero pienso realmente, que las orquídeas no se verían bien en la tapa de su sepultura.