¿La amo o estoy obsesionado? Loco por ella, diría alguien cursi. Su imagen, su voz, toda su presencia me persigue. ¿Obsesión o amor? Me da lo mismo, la necesito. Mi memoria se desvanece en un profundo azul, mientras mis manos tocan con delicadeza el terciopelo de la nada. La letra de la canción se repite en mi mente varias veces como un disco rayado (en castellano, por supuesto, porque no sé ni pizca de inglés).
Un payaso de color caramelo al que llaman “hombre del saco”
va de puntillas hasta mi habitación cada noche
para echarme polvo de estrellas y susurrarme:
“Duerme, todo va bien”.
Las frases y las palabras son como violentos golpes en mi cuerpo. Unos me dejan los ojos como de mapache y ensombrecen mi visión, otros me vuelan los dientes enmudeciéndome, y uno más salvaje me da en el estómago, sacando la desazón.
Cierro los ojos y después me dejo arrastrar hasta la noche mágica.
Suavemente, hago la silenciosa súplica de los soñadores.
Entonces caigo dormido y sueño contigo.
¡Maldita la hora en que encontré aquella letra a la deriva en Internet! Poner en Google: “Terciopelo azul payaso”/i> fue la perdición.
En sueños camino contigo.
En sueños te hablo.
En sueños siempre eres mía.
Estamos juntos en sueños, en sueños.
¡Maldito sea David Lynch! Y todos aquellos que me hicieron ver que lo perverso puede tener una forma hermosa.
Pero justo antes de amanecer
me despierto y descubro que te has ido.
No puedo evitarlo, no puedo evitar llorar
cuando recuerdo que dijiste adiós.
Me hubiera quedado oyendo por siempre esa melodía antigua y bella. Ahora la leo y mi memoria la repite con angustia.
Qué pena que esto
sólo suceda en mis sueños.
Sólo en sueños,
en hermosos sueños.
No es aquella letra, soy yo. Yo, que soy un siniestro payaso de caramelo, pero de caramelo al fin. |