[Una navidad con el flaco Touceda]

El flaco Touceda se dedicaba a esas cosas raras de la antropología y la geología. Igualmente siempre tenía ideas de mierda. Pasó que una petrolera le había encomendado la misión de ir al África a estudiar una región habitada por una tribu, los Hmnbmngüe. Me llevó de asistente, justo las vísperas de la navidad... Él tenía esas cosas, si para llevarse bien con los aborígenes había que fornicar, fornicaba; si había que comer mierda, comía mierda; si tenía que matar un cocodrilo a escupitajos, lo mataba. Aquel veinticuatro de diciembre llegamos a la aldea luego de un viaje de cinco días a lomo de jirafa. Vos fijate que Touceda es gente de costumbres quién no había olvidado el detalle de la festividad. Los Hmnbmngüe casi ni nos hablaban, eso daba lo mismo. Por señas nos identificamos como seres no comestibles. Para hacerse notar, el flaco apuñaló de un certero golpe una cucaracha horrenda, destreza ésta que hubiera tenido un mejor fin, de no haber sido porque el bicho posaba sobre la cabeza de una vieja y además por ser ésta (la cucaracha, no la vieja) la mascota predilecta del nigromante Hmnbmngüe, quién trató de reanimarla (a la cucaracha).
Por ser navidad, Touceda empezó a repartir botellas de whisky entre ellos, por eso y porque insistían en degollarlo. Pero lo peor fue la pirotecnia, todo un arsenal. A las doce en punto mientras pretendía infructuosamente discutir de política con la horda borracha le dio por encender una mecha. Te la hago corta: tuvieron que vaciar el lago Tanganyica para apagar el incendio. Dicen que los Hmnbmngüe ahora mismo se están cagando de frío en el Tibet. Y yo me juego todo el sueldo que cuando los gringos bombardearon Irak, fue por alguna de las ideas de mierda del flaco Touceda ¡Seguro...!