Había caminado hasta allí sin saber por qué, aunque a lo mejor lo sabía. Llegó hasta la reja y miró lo hermosa que estaba la ciudad ese día. La había visto muchas veces desde ese mismo lugar, pero pocas veces estaba tan transparente y nítida. Pasaron unos minutos y espero que los niños que estaban a su lado se fueran con sus padres. Giró para comprobar que se había quedado completamente sólo y luego pasó por arriba sin sacar sus manos de la reja. Entonces quedó casi colgando. Estaba a punto de lanzarse…
En ese instante por su cabeza comenzaron a navegar las cosas que le habían llevado a tomar esa decisión. Llevaba casi un año sin poder trabajar en lo que había estudiado. Cuando ingresó a la Universidad alguien le dijo “No estudies música, no es rentable, tómalo como un hobby, total tú no eres tan bueno en eso” y él hizo caso. Nunca le creyeron que para él era mucho más que un pasatiempo. En la música podía expresarse, ser tal cual era, decir lo que pensaba y sentía. Pero nadie lo tomó en serio. Ni siquiera su familia. A menudo recordaba aquella vez en que su hermana le hizo callar en plena fogata en la playa porque todos querían escuchar al Matu y las canciones de Silvio, Gatti y Sui Generis, diciéndole lo mismo que todos se encargaban de recordarle: que no tenía voz. Ni sus mejores amigos se interesaban en sus canciones, recalcándole que si quería que le escucharán se buscara a alguien que cantará por él. Nunca entendieron que solo él podía expresar lo que realmente quería decir.
Quiso estudiar Periodismo, pero le dijeron “esta lleno de periodistas, serás un cesante más”. Y él hizo caso. Ni siquiera pensó en estudiar en una privada porque también le dijeron “No es lo mismo estudiar en la Chile que una privada”. Finalmente estudió en la universidad de más tradición una carrera que le era muy especial. Había algo de ella que le atraía, pero nunca le llenó por completo y cuando quiso salirse nuevamente le dijeron “Termina la carrera, te queda poco, y luego estudias otra cosa que te respalde aún más. Total con un cartón en la mano la cosa es distinta”. Y siguió hasta obtener el título, pero ya había pasado un año y aún estaba sin trabajo.
Se sentía inútil. Sabia que era alguien con gran capacidad. En su mente se originaban ideas, análisis de situaciones, fenómenos, respuestas. Percibía como pocos de su especie, creaba historias, era divertido, podía entretener mucho a los demás y era muy sensible. Se emocionaba al verse representado por algo, pero nunca lloró frente a los demás, al menos nunca lloró por lo que realmente sentía y pasaba en su mente.
Tenía problemas económicos. Le habían comenzado a cobrar el crédito con el cual había estudiado en la universidad y no tenía como pagarlo. Además, no podía responder a las invitaciones que le hacían porque le daba lata que le pagaran todo. Y en su casa había lo justo para mantenerse y cuando faltaba algo se desesperaba.
Había intentado salir de esta especie de depresión de diversas formas. De vez en cuando se juntaba con otros seres tan deprimidos como él para hablar, reírse y con algo olvidarse de si mismos. Otras caminaba por los parques y veía a las parejas, a los niños, a las palomas. A veces se encerraba en su pieza y escuchaba discos con los cuales podía crear imágenes, guiones, colores, personajes. Y cuando algo lo estremecía agarraba su guitarra y comenzaba a tocar, a tararear y luego a componer. Pero ya no aguantaba más.
Su familia era grande y él era uno de los regalones. De alguna manera siempre le hicieron sentir que le querían, pero para él no era suficiente. Sabía que ellos ya habían trazado sus vidas, que quizás nunca se preguntaron si acaso eran buenos en lo que hacían. Quizás el mundo giraba demasiado rápido para ellos y no tenían tiempo para las preguntas. Quizás ellos se conformaban con poco y él exigía mucho, o simplemente sus vidas tenían sentido, y ahí sentía que sobraba, que no daba satisfacciones sino solo malos ratos y sufrimiento.
Durante los últimos días la presión se le había hecho más intensa. Había cumplido 27 años y se preguntó que había logrado en este tiempo. Su respuesta fue simplemente nada. Con sus estudios no gano nada, con sus canciones tampoco, y menos con sus recuerdos. Se dio cuenta que con su mente era imposible ganar algo. Y lloró porque miró al resto de los de su especie y se dio cuenta que estos si habían ganado algo.
Alguien pensó que lo que le faltaba era una pareja. Pero él sabía que no podía tener una pareja porque sencillamente no existía alguien que pudiera estar con él, por eso buscó esporádicas y momentáneas compañías, y cada vez se daba cuenta que estas compañías eran intranscendentes en su vida, la cual se le hacía más difícil porque sabía que era incapaz de seguir intentando vivir, que estaba cansado.
Quizás esa era la gran respuesta. Se había dado cuenta que en estos 27 años había vivido para otros y de acuerdo a los otros. Y estos otros desaparecieron o estaban muy ocupados con sus vidas. Nunca se preocupó de realizar las cosas que en verdad quería hacer por prejuicios, tabúes o simplemente por el que dirán, y lo más patético de todo fue darse cuenta que seguía vivo por no dañar a los demás y no porque realmente quisiera vivir.
Además, habían otras cosas que lo acosaban. Sus principios y valores se habían perdido irremediablemente. Los había cambiado. Nadie le enseño lo que realmente pasaba en las calles. Lo descubrió sólo y la ciudad le tentó demasiado. En ella besó, tocó y conoció el sexo, pero como siempre le fue momentáneo.
Si, había caminado hasta allí sabiendo el por qué. Miró hacia los lados y vio que quienes le rodeaban estaban demasiado sumergidos en su cosas. Parpadeó y miró de frente a la ciudad. Cerró sus ojos, respiró profundamente hasta sentir el halo del vacío. Ahora si estaba a punto de lanzarse… estaba al borde.
------- Marzo del 2001 -------
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