A veces pienso que lo que me preocupa (como todo ser alguna vez preocupado) tal vez no sea lo suficientemente relevante. Hay veces que me miro desde arriba y me veo llorar debido a mi ingratitud. De hecho, hay veces, que lo siento así.
El universo es como una mesa de billar. Nuestro mundo, nuestra vida también lo son. Veamos: Lograr una acción X (famosa e infinita X) para que el bolón A pegue (según nuestras creencias) al bolón B para que éste ingrese (otra vez según nuestras costumbres) en el hoyo Z, nos resulta lo más difícil del mundo, desde nuestro lado de la mesa. Tal vez (seguro), cuando alguien, algo o nosotros mismos miremos desde otro lado de la mesa, la acción será indudablemente percibida de otra manera, más o menos problemática.
Y esa es la verdad del higo. O del bolón mejor dicho. Cuando nuestra vida se obstruye con un playmóvil gigante (o una bola número 14, por ejemplo) frente nuestras narices; situación cualquiera que estemos, podemos levantarnos en nuestro “taco”, nube o nave y mirar desde otro lado. O podemos hacernos lo suficientemente gigantes para poder disfrutar del juego, o estirar los ojos como gomas para ver una perspectiva diferente. Lo importante es, en el momento que creamos justo, tirar.
El resultado, es variable. La culpa, es constante si se quiere. Pero es compartida. Lo bueno es, mi amigo, que en esta culpa no estamos solos, sino que somos todos un poco de ella. Si si, así es. No todo el mundo eh, sino aquellos que alguna vez logramos pensar, pragmática o dogmáticamente, útil o inútilmente, compasiva o alegremente, en los demás.
Parece difícil mi cumpa. Para lograr apañar nuestra existencia, tenemos que ser excelentes jugadores de billar, conocer el higo, ser de goma y por qué no ante todo, ser una persona, una simple persona, que sabe que no está sola, por más que así lo crea. Si será difícil.....
Bah, vamos a hacerla más fácil: Qué nos queda en el mundo; que nos queda en nuestro mundo, más que ver de diferentes lados de la mesa, para vivir. ¿Quién nos asegura acaso que nunca nos peinará la cabeza una ola gigante o que una fisión nos haga mutantes?
Lo único que nos da una mínima posibilidad de salvar algo de esto, o todo, es mirar desde otros lados de la mesa. Para que en algún momento por fin, después de tantos dolores, sufrimientos, fracasos, éxitos y alegrías, podamos tener el tiro justo de nuestro taco medido, y lograr con este, acomodar las bolas. Por lo menos, mientras sirva. Y mirando otra vez desde otro lado, haciendo nuestra propia odisea, exitosa.
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