Tantas veces miré
e imaginé tus ojos de azul perfecto;
sereno, gigante durmiente
de nuevos horizontes,
de brisas refrescantes y calma.

Tantas veces te miré expectante, adormilada
con tus pequeñas manos sobre mi piel sedienta,
tirada en la arena vi tu sol. Bebí tu aroma, tu encanto,
tu hipnotizante sutileza.
Tantas veces intenté conocerte.
Mirar tus ojos que hoy se desbordan en otros ojos
ya sin rostro, sin cuerpo, sin esperanza
de lo que tus manos aladas nos arrebatan.
Y sigo mirando atónita como esta roca
sin poder moverme
y sin poder volver la mirada a otro tiempo.
Te desbordas en otros ojos.
Ojos que intentan llenar los espacios desiertos
con millares de gotas saladas
esperando que salga de sus gargantas
entre escombros de años compartidos,
entre mocos y sollozos inútiles
algún cadáver que traiga consigo
al ser que duerme contigo.
No tengo más que esta mirada
y mil gotas saladas en memoria de lo que arrebatas,
esperando como la roca otra calma,
otro tiempo azul, otro sueño mejor
donde el olvido quizá no quepa en nuestras almas inundadas