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...en esencia esa es la cuestión. Exceso de leche con chocapic, o chocapic con leche, o exceso de marea roja venida con la lluvia. Los excesos no son buenos pero son inevitables. No deberían existir las sillas con ruedas (esas que se usan tras los escritorios o computadores), es un acto barbarico eso de apoyarse contra algo y ser expulsado por acción-reacción hacia atrás : paredes homicidas. Como decía, los excesos hacen que la gente se mate o se haga estrella se cine, o admiradora o algo raro. Luego, los excesos son malos. Luego, yo soy malo porque soy excesivo. Luego, los excesos son buenos porque no soy malo. Luego, luego, luego. Malo o bueno. Etcétera, es el cansancio, si no saberlo de tromen o el reflejo en los vidrios del puesto donde venden papas fritas rancias. Tromen, el viaje de ida, la reticencia de entrar a clases un día cualquiera de la temporada como estudiante. Diego, hijo mío, cuantas veces te quedaste vagando por esas calles tranfugas sin entrar a la hora de ingles con la tía que te tenia mala. Te quedabas deambulando en busca de la eternidad de las piedras o el sol que pegaba tan gigantoso en las veredas. Es cierto que conocías a todos los perros del barrio, a algunos les habías puesto nombre, otros te caían mal. ¿Cuanto hace? parecieran mas que tres o cuatro años atrás, en los días que nadie nunca supo que conspirabas para crear la maquina del tiempo tarareando en forma irregular canciones de oídas, pues nunca escuchaste radio de ningún tipo, se te pegaban canciones de las propagandas de la tele o la micro que ponía música en los viajes de lluvia. Tu calle era esa, bajabas en Pedro de Valdivia y descendías por Tromen. 10 cuadras y el infinito. 10 cuadras para llegar al liceo Camilo Henríquez de Temuco, centro de estudios medios, medios raros, medios todos. Descenso. Ascenso. Días de viernes por la tarde que te traumaron el silencio, en silencio. Los días de primero medio, cuando tenias clases en la tarde y subías por una calle que era oscura y llovida y depresiva en todo su esplendor. Una calle mística, absorbente, con perros que te miraban con ojos de fuegos fatuos o criaturas de mitos. El ascenso, el descenso por las calles desconocidas. Faltar a clases por descubrir adonde llevaba la calle de piedras, con piedras, con pasto lejano que se desteñía llegando a los edificios blancos, ocaso, lejano. Melodías en la cabeza, no música externa, no compañía externa, solo un solo, solo un caminar trashumantico en medio de las esquivadas a los conocidos (pocos) y el aire claro de los días. El olor a pasto cortado ya en esos días recuerdo del paraíso perdido, quizás. Amoríos solo mentalmente, todavía el nivel de hermetismo era demasiado grande, grandilocuente, grandioso. El nivel de depresión era elevado, pero nunca mas de lo habitual.. a excepción de aquella vez que te hizo cambiar el foco de ojo a todas las cosas que te rodeaban, o quizás adaptarlo hacia aquel que cuando infante tenias, un ojo propio que velaba entre el detalle y el cielo, o anticipaba una idea de las cosas aspirables, perfectas dentro de las ventiscas de tantos días pasados afuera jugando a la conquista de las tierras de nadie. Los vientos, los días de escuela básica, los de media, todos mezclados en el significante : memoria. Paraderos, miradas furtivas a las personas que te interesaban, nada mas aparte de las miradas, nada mas aparte de los pensamientos dedicados en complicidad con la destrucción de las barreras sin llegar a mencionarlo. Siempre lento el caminar entre las brumas de los días cualquiera, sentarse en un banco desconocido rehuido por las personas, acercando de varias formas la niebla que se hacia tan cercana y tan "gomento" como inventaste un día a las nueve de la mañana, mientras faltabas a los deberes que tenias que encontrar. ¿Cuatro años?. Inexplicable, incongruente, ayer fue, no, hoy fue, mañana será, siempre se esta haciendo de otras formas para lograr creer el cuento de que todo es como un embudo y tiende a lo fácil, a la encontrable felicidad entrelinica de los momentos de realismo sórdido, abierto a múltiples explicaciones o sujeto por todas las veces a ser pan añejo, mohoso y bello. Calles recorridas como si se tratase de vidas enteras, miradas en todos los detalles, tocadas con manos introvertidas, aspirando lugares y fisuras de un árbol seco en medio del cemento citadino, del sol colándose dañino por entre hojas llenas de contaminación acústica, tranquila y pacifica. Recorrer con la punta de los dedos, admirar con la vista, devorar con lentitud y paciencia a que la rama de árbol se mutase a otra cosa, que Tromen mismo fuese un puente que te llevase a las realidades soñadas desde el uso de razón, inalcanzables, desde el uso de razón, sin nombre, con nombre, con ideas, con ilusiones fantasmagóricas de que esos sitios están mas cerca de lo que uno cree, se autoconvence. Recorrer ahora con toda la mano la rama del árbol de Tromen, apreciar con delicadeza como esta viejo y cansino, agotado de tantos tiempos, promesa de que un día puede ser lo que fue, así como los humanos y sus niñeces distantes y ausentes.

Texto agregado el 02-01-2005, y leído por 292 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-03-2005 uy te confieso....si te leyera un amigo mio algo "racional" por exceso y por lo tanto molestamente excesivo....te dira que estas..."de la nuca"...jajja pero a mi definitvamente me ha gustado...claro que deberas tener en cuenta que yo, tambien tengo problemas con la nuca... piquitos locos gaviotapatagonica
 
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