Primer relato de la colección Semana Negra
Los cadáveres fueron despertados por los arcanos mandatos del Maestro del Vudú y como temieron salir a la superficie y desintegrarse con esa atmósfera exultante de vida, rasguñaron las cáscaras carcomidas de sus sarcófagos y cual topos del infierno, cavaron con sus manos carentes de carne y en algunos casos con lo que quedaba de ella y que ya era sólo una gelatina espesa y pestilente y reptaron por esas cavernas lóbregas, úteros inconcebidos de la tierra tenebrosa que pronto daría a muerte y no a luz a esos esperpentos de pesadilla. Su brújula inequívoca fue esa voz de acentos graves que, desde su residencia, no trepidaba en ordenarles convocarse en ese antro desde el cual, luego, recibirían macabras instrucciones.
Algo que no estaba contemplado hizo su irrupción en la tétrica residencia y cual maléfico fluido, atacó, con la difusa apariencia de un artero ataque que desencajó el rostro de ébano del fornido maestro. Unos cuantos estertores fueron la defensa sin destino del hombre, un rosario de imprecaciones se escaparon mordidas por sus blancos dientes. Sus gruesos labios se abrieron buscando una respuesta antes de cerrarse para siempre. La rúbrica fue un quejido sibilante que pareció escaparse desde las entrañas de su ancestro salvaje. Y la muerte se aposentó en esa residencia ubicada en los extramuros de lo ordinario.
Los cadáveres perdieron su brújula y desde entonces vagan a escasos metros de la vida, rasguñan, se detienen, tratan de escuchar alguna señal que les reoriente, parecen sonreír, pero es sólo la burlesca mueca que la muerte estampó en sus rostros descarnados. Los zombies escarban y una infinidad de túneles amenazan con derrumbar las bases de algunas viviendas. Cuando el sol muere en el horizonte, renacen sus fuerzas y se reparten en diversas direcciones para acudir al mandato que los devuelva a la superficie.
Algunas personas dicen que son ratones, otros que son simples vibraciones. ¿Usted ha sentido ruidos subterráneos durante la noche? Pues bien. No es recomendable que se dedique a investigar, ni menos contemplar a través de las rendijas del piso. No señor, no es para nada recomendable…
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