Se levantó como si de un perezoso se tratase, no obstante era difícil separarse de los amorosos brazos de Esla, suuu........... llamémosle amante, porque amar se amaban. Al fin, y tras unos cuantos chasquidos de sus huesos, consiguió ponerse en pie, observó el reloj y corrió a abrir el grifo de la ducha. Esla observaba todo entre ronroneo, y contrastando con la desenvoltura de su cuerpo de hace escasas horas, también le crujían las articulaciones al ponerse en pie. Ella también tenía que hacer, hoy no podía hacer pereza, ni dar vueltas por la cama después del dulce beso de despedida de Leo. Hoy además, le esperaba una entrevista de trabajo, lo cual hacía que su pulso no fuese del todo firme al sujetar la taza de café. Leo entró en la cocina, con su traje puesto, el pelo ya engominado, y con un gesto mirando su reloj, como pidiendo perdón.
- A buen entendedor no les mires los dientes, lo siento niña llego tarde.
Esla sabía que hoy no podría contemplar sus ojos, aún por abrir del todo, mientras mojaba la galleta en el café, ni seguir sorprendiéndose del contraste matutino de Leo en cuanto a su aspecto, de parecer un loco salvaje, a parecer un ministro trajeado, ella sin dudarlo prefería el loco, tanto por loco como por salvaje... y no por ese orden...
- Al menos se ha tomado el café, pensó.
Sin embargo el hecho de que marchase sin abrazarle, la dejó una extraño hueco por dentro, este lo aprovecho una cruel preocupación, que sin tener ningún motivo ni lógica, se iba expandiendo como cabalgando por sus venas, no paraba de repetirse una y otra vez “que no le pase nada, por favor, que no le pase nada”. La sola idea de no poder volver a abrazarle, ni poder volver a decirle lo mucho que le quería, se hacía insoportable. La angustia iba creciendo, a pesar del absurdo de la misma, cuanto más vueltas le daba para intentar apagarla, más trabajo le costaba respirar. Un escalofrío recorrió de abajo hacia arriba su espalda, desde donde la misma pierde su nombre hasta su delicado cuello, cogió su bolso con el fin de encontrar el teléfono móvil y llamarle, cinco minutos tardó en hacerlo, pero al fin lo encontró, busco su número en la memoria y le llamó.
.- No lo coge... debe de estar aún en el coche, con lo alta que pone siempre la música..., que idiota soy, cuelgo que va a empezar a decirme que si estoy tomando pastillas y esas cosas, pero... ya debería haber llegado, por qué no lo coge?, y si ha tenido un accidente¡¡¡, con la cara de sueño que tenía hoy..., CÓGELO¡¡¡
Repitió en tres ocasiones la llamada, en ninguna de ellas él contestó. Rompió a llorar, y al darse cuenta que se le había hecho ya tarde para ir a su entrevista, el llanto se mezclo con la rabia, impotencia, y los escalofríos ya eran dueños por completo de todo su cuerpo. Fue al baño a lavar su cara, frustrada, extraña.
.- Para que coño me abré pintado¡¡¡, con esta cara, mas que para teleoperadora, me podrían hacer un casting para algún remake de Stanley Kubrick o similar, ya no voy a ningún lado...
Justo cuando estaba al llegar la risa cínica post-llanto, tan habitual en ella, escuchó una musiquilla que venía de la cocina,
.- El teléfono, será LEO¡¡¡.-
Corrió a coger el teléfono, pero cuando llegó éste se apagó, parecía que había estado esperando a verla entrar por la cocina para apagarse, le dieron ganas de estamparlo contra la pared, afortunadamente controló su impulso y fue a por el cargador a la habitación, lo enchufó, encendió el teléfono, pero no se había quedado en la memoria el número de quién llamaba. Espero un par de minutos, eternos, pulsó un botón y volvió a llamarle, volvió a quedarse sin respuesta, volvió a romperse en lágrimas. No sabía como quitarse ese amargo sabor de la pérdida, trató de entretenerse, encendió el televisor, pero por desgracia estaban dando las noticias, tan pésimas como siempre. Probó con la radio, pero no ponían mas que canciones de amor, de amor perdido, no había manera. Necesitaba salir, ¿pero a donde? ¿con quién?, precisamente había cancelado dos citas por la entrevista, y ahora...
Mientras Leo en su trabajo, hacía pequeñas pausas para fumarse un cigarrillo, y saborear las caricias que aún parecía sentir su piel. De repente, se exaltó,
.- Mierda¡¡¡, me he dejado el teléfono en casa¡¡¡, y en silencio¡¡¡
Salió como alma que lleva el diablo de la oficina, y arrancó nervioso su coche. En otras circunstancias no le habría preocupado, pero esperaba una importante llamada, para antes del mediodía le dijeron...
A su vez Esla decidió intentar con un paseo, quitarse el intruso nudo de su garganta, cogió sus gafas de sol, para que la gente no notase la expresión de sus ojos, y salió hacia el parque.
Leo volaba literalmente con el coche, hasta que aprovechando la parada en un semáforo, comenzó a darle vueltas al "no hay mal que por bien no venga", una sonrisa le acompañaba en su ya más tranquilo viaje, pensando en que así podría pasar unos momentos con Esla, y si le vencían las ganas, como de costumbre, el resto del día. Al cabo llegó a casa, abrió con cuidado, preparando el dar un pequeño susto a su niña, pero cuando llegó a la habitación y soltó su grito, se le quedo cara de cisne, no había nadie. Cogió su teléfono, y se extrañó de tener 4 llamadas perdidas de Esla.
.- ¿¿¿?????¿¿¿, Tal vez era para contarme lo de su entrevista de hoy, pero la primera llamada es a las 9, que raro....
Decidió llamarla y su gesto extraño se tornó a preocupado al oír que el teléfono de Esla sonaba en la cocina. Ella muy rara vez se dejaba el teléfono en casa. No sabía que hacer, dio un par de vueltas por la casa, hasta que se percató de ello.
.- Yo estoy tonto, si me estoy mareando y todo, y ya empiezan a sudarme las manos, éstas paranoias mías, así luego me dice Esla que no tome esas pastillas. La habrá llamado alguien y salió deprisa, tal vez sea alguna amiga de fuera y me llamó para avisarme que no comemos juntos, será eso.
Mientras Esla ya había despejado todo malestar interno con su paseo.
.- Que tonta me he puesto dios¡¡¡, y este idiota porqué demonios no me habrá cogido el teléfono¡¡¡. Éste está liado con la secretaria, segurísimo, seguro que ha ido con el rollo de que lo hemos dejado y se la está beneficiando, se va a enterar cuando vuelva.
Leo viendo que ella no regresaba, y dudando que lo hiciese en breve, decidió volver a la oficina, pero cuando salía por la puerta se la encontró de frente, se le iluminaron los ojos, abrió sus brazos y esbozó una enorrrrme sonrisa.... aunque al momento, esa iluminación pasó a ser morada del guantazo que recibió.
.- ¿Que coño haces aquí?, ¿Con quién has estado?, ¿Cuánto llevas tirándotela?, ¿Si ya sabía yo que ese zorrón¡¡¡¡ ¿ Y ahora a por quién vienes, a por la vecina?, ¿También te la tiras? CONTESTAAAAAAA¡¡¡¡
Leo se nos quedó mirando a todos con cara de avestruz apaleado.
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