acabo la melonga de este año nuevo y queda todo el resto por vivir.
a mi en el dos mil cuatro me fue bien, tal vez lo mejor del siglo veinti uno.
seguramente debo ser el ultimo moicano de este siglo, entonces no he de tener apuros en estampar mis huellas, y dejar mis impreciones finales, en este tiempo nuevo, ya que mi condicion de ultimo me da espacio para no caer en la tentacion de precipitar mi camino; y sellarlo con un lacre vencido en sus propiedades de confidencialidad, y desvirtuar mi adios, arrojando el castillo de arena al piso. presiento que ha llegado la paciencia a mi limite y no quiero mas pensar donde estara la felicidad, ni donde estere mejor, ni en que ranchito, ni con quien; no quisiera seguir yo, pesimista, ofendiendo al presente con reclamos infantiles, aqui estoy bien,
y ademas disculparme, por la osadia de pretender mas, para pasarla mejor.
cuando un hombre maneja los destinos de un camion, tiene el mundo a sus pies y no debiera desear mas nada, mudo, cashetano, perderse en el transito mas congestionado e indeseado, y calabera bancarse la que se venga.
como un duende, como una pisca de nada. desaparecer en los espejimos de la ruta y volver a la carga con mas fe e insomnio. anonimo. con la mente en blanco, y puesta en el destino donde descansara la carga.
atento, porque es permanete la posibilidad de matar o morir entre los fierros, y eso no es lo que queremos, ¿verdad? nuestro objetivo es llegar, siempre llegar, y desender de tus estribos orgulloso, como wilow con su triunfo.
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