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RESOLUCIÓN DE AÑO NUEVO:
Por Víctor H. Campana

Generalmente al final del año hacemos un inventario de nuestras vidas y recapacitamos sobre nuestros fracasos y triunfos. Estamos todavía bajo el encantamiento del espíritu de Navidad y queremos hacer algo bueno por nosotros en las áreas donde hemos fracasado. Por esto en el día de año nuevo formulamos resoluciones buenas. Tratamos así de ayudarnos a nosotros mismos haciendo individualmente lo que la vida hace universalmente: un balance de cuentas.
Cuando tomamos una resolución buena, de verdad deseamos cambiar nuestra conducta para lograr un mejoramiento personal, desafortunadamente, a menudo fallamos. Fallamos no porque "Las resoluciones buenas son simplemente cheques girados contra un banco donde no tenemos cuenta", según dice Oscar Wilde cínicamente, sino porque no sabemos el secreto para lograr nuestra resolución.
Nosotros mismos somos el banco en el cual tenemos una gran cuenta corriente. Paradójicamente, se necesita un milagro para retirar nuestros haberes de nuestro propio banco. Entonces, parece que la resolución prácticamente correcta sería convertirnos en autores de milagros. Así podríamos fácilmente corregir nuestros errores, resolver nuestros problemas, y alcanzar nuestra meta.
Esta clase de conversión no es tarea imposible. Para ello necesitamos solamente darnos cuenta de nuestro verdadero ser, de nuestro poder interior, y de nuestras acciones y conducta. Este estado de conciencia que despierta al "YO" interior que observa, también activa la energía que hace posible los milagros.
Muchas cosas maravillosas están siempre ocurriendo en nuestras vidas, tanto que a veces no les damos importancia por considerarlas ocurrencias comunes. Pero a veces algo fuera de lo ordinario sucede mostrándonos claramente el poder espiritual en acción. Sólo a esto que nos sorprende llamamos milagro.
Hace varios años, cuando yo estudiaba con un maestro espiritual, un hombre pidió que le admitieran como discípulo. Dijo él, "Maestro, me encantan tus enseñanzas y me gustaría seguirte, pero no estoy listo para cambiar mi vida. ¿Podría estar contigo y continuar haciendo lo que usualmente hago?"
"¿Que es lo que tú haces?" preguntó el maestro.
Y el hombre dijo, "Soy jugador, mujeriego, y me gusta tomar y fumar."
"Eso no es problema," dijo el maestro. "Puedes hacer todo lo que quieras, siempre que te mantengas consciente de lo que haces".
Y el maestro explicó que al estar conscientes de nuestras acciones, activamos la energía espiritual que agudiza la percepción y expande el conocimiento, y así logramos la experiencia integral de lo que hacemos y lo que somos. Sólo entonces podemos modelarnos conforme a nuestras cualidades y alcanzar lo que deseamos.
Al experimentar nuestros sentimientos, pensamientos, deseos y hábitos, alcanzamos la verdadera comprensión tanto del ambiente en que vivimos como de nuestras necesidades esenciales. A través de esta comprensión, sin dolor nos despojamos de lo que nos causa daño, resolvemos nuestros problemas personales, realizamos nuestros deseos, y ponemos harmonía en nuestras vidas.
Estar conscientes de nosotros mismos es una disciplina que requiere constante práctica. Comenzamos observando o siendo testigos de lo que generalmente hacemos hasta que cesamos de ser autómatas para convertimos en individuos despiertos. Este es un proceso de pensamiento visualizado. Este pensamiento concentrado dirige el flujo de la energía creativa hacia las áreas que la necesitan, y despierta al maestro, conocedor y médico interior, es decir, los aspectos del Creador. Así es como devenimos en hacedor de milagros.
En La Flauta de Dios, Paúl Twitchell dice, "Tus sentimientos deben ser fuertes acerca de tus convicciones. Si tus sentimientos son fuertes, el Espíritu abiertamente obrará a través de ti".
"Los sentimientos fuertes deben absorberse en nuestra conciencia. Por consiguiente, lo que tú piensas con la totalidad de ti, superficial y profundamente, eventualmente sucede y se manifiesta".
Comencemos, pues, el nuevo año con el conocimiento cierto de que somos Alma o Espíritu, por lo tanto, buenos, eternos, y el centro creador de nuestro mundo. Y tengamos el sincero deseo de expresarnos espiritualmente hacia los demás, no solamente durante el nuevo año, sino por siempre.

31 de diciembre de 2004

Texto agregado el 31-12-2004, y leído por 159 visitantes. (0 votos)


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