Te escribo un poema.
Trato de conciliar el sueño
que tan orgullosa te has decidido llevar
sin exhibir explicación alguna;
Pero este anden no lleva a ninguna parte...
Suave como el vuelo de un centenar de gaviotas,
tu voz me roza aún distante.
¿Qué tan callada seguirá mi noche,
si en murmullos,
el viento comienza a gritar desesperado tu nombre?
Manifiéstate mujer...
Hazte presente en cualquiera de tus formas,
sugiere verosímil mi existencia,
que encuentres en estas letras un motivo,
te suplican.
Cientos. Miles. Toneladas de estrellas esperando tu luz,
esperando que des la cara,
y digas, como salga de tu pecho, algo.
Astro que has de iluminar mi noche...
Lo cierto es,
que con cada una de las estocadas letales,
que las manecillas del reloj deciden dar,
mis manos, mi vertical, mi equilibrio,
mis sentidos,
mi cuerpo,
y sin remedio mis palabras,
más te van necesitando.
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