El eminente cirujano estético desafiaba a las leyes de la naturaleza al respingar narices tan aguileñas, que esas personas jamás habían logrado sonarse. Otras de sus proezas fueron elevar aquellos bustos que ya habían descendido hasta más allá de lo inverosímil, aplanar voluminosos abdómenes, abducir enormes papadas, borrar ojeras, estirar rostros para eliminar las más ínfimas arrugas y rejuvenecer de tal forma a vetustos ancianos que una vez restablecidos, parecían de veinticinco. Era su arte la conjunción de dos factores: Su enorme maestría y precisión y un corazón a toda prueba que se condolía al contemplar a algún ser desfavorecido por los hados. Tanto así, que un alto porcentaje de sus pacientes eran personas que carecían del dinero suficiente para efectuarse una operación de esa índole. El doctor, los atendía en su consulta y sólo por el deseo de contribuir a la felicidad de ese cristiano, no le cobraba un solo peso, ya que su paga era la ancha sonrisa de felicidad, cuyo vuelto lo cancelaba él con caritativas lágrimas de dicha.
A tanto llegó su fama que acudieron personas de distintas regiones del mundo para que les quitara algo, les agregara otra cosa y en definitiva, que armonizara sus cuerpos para devolverles una autoestima pisoteada como choapino.
Así fue como a una dama de fina piel, le devolvió sus extremidades superiores, a un tipo deforme, lo dejó convertido en un adonis, a este le acortó la nariz, por lo que el buen hombre por fin pudo sonarse sin que los pañuelos se le atoraran en las enormes fosas nasales, al de más allá le achicó sus pies y esta desdichada criatura pudo calzar por fin aquellos hermosos zapatos de charol que siempre ansió usar.
Es cierto, el arte, la literatura y la mitología perdieron a connotadas figuras ya que la Venus del Milo pasó a ser una dama regordeta sin gracia alguna, el Jorobado de Notre Dame se dedicó al oficio de Gigoló y terminó casándose con una mujer de la vida que acabó muerta…de la risa al contemplar a ese macho pretencioso que no hacía otra cosa que mirarse al espejo; el Cirano de Bergerac postuló al Concurso de Mister Francia y al parecer la fama obnubiló su talento para versear, puesto que tuvo que contratar a un feo y oscuro poetastro de hermosa voz que, oculto detrás de cualquier matorral, reforzaba sus lances amatorios con encendidos poemas de amor. Pie Grande ahora está aprendiendo zapateo americano y muchos nostálgicos incursionan en los valles nevados buscando sus inexistentes huellas.
Ahora, el cirujano está con una sobrecarga de trabajo que lo tiene al borde del colapso, puesto que los siete enanitos quieren ser los siete altos, el hombre elefante ahora quiere ser el hombre cocodrilo, Medusa desea peinar cabellos en vez de encantar sus serpientes y Polifemo ansía tener dos ojos para ver lo que le resta de vida a pantalla completa.
El calendario de operaciones se extiende hasta febrero de 2010 y entre quienes aguardan mejoras ostensibles en su fisonomía, se encuentra una gárgola que desea parecerse a Britney Spear, un dragón cuyo sueño es triunfar como galán en Hollywood y hasta Frankenstein delira por ser top model…
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