No he dormido en días, la tormenta continúa enfurecida y golpea mi ventana con caricias violentas, agua cae. Las pequeñas gotas son como pequeñas agujas atravesando mi cráneo. El reloj que se encuentra en el dintel de mi puerta marca ahora las doce; la media noche repta hacia mí sigilosamente como un cazador acechando su presa. Estoy maldito por imágenes de hermosa belleza empotradas en hilares de telas ostentosas de elaborado detalle. ¿Son sus ropas medievales o góticas?...
¿A qué le puedo atribuir estas manifestaciones?, ¿a mi colección de imágenes de vampiros en las paredes?, ¿Muchas novelas y películas de horror?, ¿He bebido demasiado?; ¿O simplemente me estoy volviendo loco?...
Doy una mirada fuera de mi habitación, la lluvia ha cesado. Mientras observo curiosamente el mar de niebla que trepa y se retuerce por el paraje, ella emerge. Esta belleza de atinada oscuridad, atravesando la niebla con deliberada gracia. Estoy intoxicado…
Mis ojos curiosos no pueden volver la vista mientras esta sigue la mórbida sirena que marca su camino, ahí; en la distancia, los he observado…
Una manda de ánimas se ha congregado allá afuera, en el cementerio. Como niños de la noche conjurando esplendidos juegos e ideas que solo saldrían de mi mente torcida, empiezo a imaginarme una cantidad de trucos que amenazarían la tranquilidad emocional de cualquier mortal…
Figuras femeninas y masculinas, iguales en belleza con rostros pálidos y saltando entre las tumbas; y mientras observo estas figuras de macabras vestimentas, noto sus miradas penetrantes…
Parecieran niños y adultos, criaturas infantes que salvaguardan el silencio de sus alaridos pestilentes. Danzan juntos como un culto olvidado por su propia frivolidad. Mis ojos bailan a su lado en la oscuridad. ¿Qué vista tan gloriosa y mórbida es? Es tan hermoso que podría dejar de existir…
Pasean entre tumbas como vampiros, elegantes y medievales en sus vestidos; hermoso maquillaje y elaborados tocados embelecen sus figuras etéreas que se confunden con el viento helado que sacude los huesos, los miro e ignoro que ellos me miran…
Estas imágenes de brujas persisten. Casi como si mi cabeza fuera un caldero donde estas arpías estuvieran llevando a cabo una extraña bebida llena de perfectas pesadillas…
De pronto, los frutos lunáticos hacen claros mis motivos. Me imagino entre ellos, como uno más de la camada, como el director de esta hermosa orquesta de oscuridad y sus macabros músicos…
Ahora la pregunta es ¿Cómo?, ¿Cómo satisfacer la sed de estos seres que dejan mi mente al sangrante ras de la locura?, ¿Cómo exorcizar estas almas que se han perdido en la niebla y retomarlas desde las cavernas de mi olvidada mente?, ¿Se alcanzará la libertad?, ¿Lo harán?...
¡Claro! Mis recuerdos se bambolean a través de las constelaciones de esta velada que aúlla el nombre de los olvidados, así ha sido por tantas generaciones; además estas imágenes que me maldicen podrían traer paz a mi alma atormentada, mostrándome la bella realización de mi muerte…
Vestidos de ornato, tocados y maquillaje mortuorio; una galería de lo macabro y de la locura, una perversa hambre que exaspera. Sirenas de esplendida melancolía; sus nombres son los olvidados, los no pronunciados…Y ella, mi musa, es la tormenta.
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