Instrucciones para ir al baño
Lo primero que tendría que hacer es disimular la cara de angustia y desesperación. Sonría de ser posible, o silbé de manera desprevenida. Arribé a su destino de modo despreocupado, con la misma actitud de aquel que entra a la cocina o al garaje a buscar algo.
Luego de estar allí, asegúrese ciertamente de que la puerta se encuentra cerrada y bloqueada íntegramente, ahora respire a sus anchas el ardiente olor a hipoclorito, contemple su trono de cerámica esmaltada.
Antes de pronunciar el ábrete sésamo, le sugiero presionar la llave con firmeza, deléitese al oír el sonido del agua partir con certeza, mientras se libra así de cualquier sorpresa. Abra el sarcófago acuático y relájese unos segundos viendo la trasparencia del agua, mantenga esta imagen fija en su mente, haga una reverencia y colóquese de espaldas.
Empiece por liberar su barriga de la asfixiante correa, baje lentamente la bragueta, escuchando atentamente el castañear de los dientes metálicos en una sinfonía macabra, sujete con ambas manos el pantalón y los interiores, y deslícelas al unísono hasta llegar al probé botón, contenga el aire y con los dedos gordos presione firmemente hacia fuera, aguante sólidamente el peso bamboléante del pantalón, no pierda el control. Un aire fresco recorre sus piernas... pero no se distraiga. En un movimiento coordinado presione hacia abajo, doblando sus rodillas, mientras su cuerpo de manera circumplesa se va hacia atrás, hasta el punto de quedar sentado, libere sus manos.
Cerciórese de que todo se encuentra en el sitio y lugar correctos. Si todo ha sido un éxito, coloque sus codos sobre sus muslos reclinando suavemente su cabeza en sus manos adquiriendo una pose casi rodadiana, concéntrese y respire, sienta como de pronto en un segundo todas las ideas maravillosas que va ha tener en su vida, brotan ininterrumpidamente a la velocidad de la luz, ¡la luz! Si... la luz...
Suele sobrevenir un instante de un silencio absoluto, un estado de ingravidez y plenitud, que solo se ve perturbado por el sonido afónico del caer de un objeto en el agua, acompañado en ciertas ocasiones de unas cuantas góticas escalofriantes.
De pronto todo vuelve a suceder, y estas ahí medio desnudo, con una cara de satisfacción incomprendida, te rascas la cabeza desconcertado ante lo efímero del instante, es así que resinadamente tomas un trozó de papel carrasposito, e infructuosamente tratas de limpiar lo ililimpiable, te paras desganadamente y con dejo de reflejo oprimes la llave, teniendo mucho cuidado de no mirar atrás..., caminas hacia la puerta viéndote de soslayo en el espejo, sabiendo muy en el fondo que ya no sos el mismo, que algo de ti se ha ido para siempre..., abres la puerta, y te lanzas como aquel que salta de un avión...
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