Igual, distinta, embrujada, feroz, insomne, abnegada, políglota, plateada, multiforme, cóncava, convexa, indefinida, seductora, cómplice...
A veces el cielo vierte su cuerpo en el tejado de las casas, otras, la eterniza como un brillo de luciérnagas en celo. Henchida de suspiros, trasciende como un llanto de mil ojos tejiendo el umbral de los semblantes, mientras ríe bajo el susurro de los Dioses ante el tormento de la espera. Rueda su piel entre mis manos como una esfera tallada en las pupilas de la vida, mortal, enjuagando su linaje invadido de azules que se pierde en las profundidades de la aurora. Como una encrucijada del destino la noche instiga mi semblante, luna menguante de recuerdos que crece a la par de las nostalgias, convertida en mensajera de los aires. Desde el balcón roza mis labios expuestos en un transcurrir de cimas y de velos, mientras me pierdo en el laberinto de sus fases que compartimos bajo este anonimato.
Ana Cecilia.
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