CAPITULO 1: UNA CIUDAD EXTRAÑA...
Habían pasado 2 semanas desde que ellos habían muerto, y desde ese entonces Amy vivió con un matrimonio amigo de sus padres, pero era tiempo de que le mandaran con su abuelo. Desde la muerte de sus padres, a Amy ya no le importaba lo que ocurría a su alrededor, se había vuelto una jovencita callada y solitaria, cosa extraña en una niña de 14 años de edad, cuando supo que se iría a vivir con su abuelo, su actitud no cambio, después de todo solo lo había visto dos o tres veces cuando era pequeña y no lo recordaba con claridad. El día de su partida fue al cementerio, estaba nublado y amenazaba con llover, las campanas de la capilla resonaron con un eco fúnebre en todo el panteón, Amy despego sus labios y dijo algo por primera vez desde la muerte de sus padres.
La gente ama, vivé y muere –dijo con acento nostálgico- y uno no puede hacer nada para escapar de su destino.
Extrañamente, estas palabras resonaron como un conjuro, y el cielo tal vez comprendió la tristeza y nostalgia del momento e hizo caer una lluvia ligera y cálida que empapo todo a su alrededor.
A las cinco menos cuarto, Amy estaba subiendo al tren que la llevaría a la ciudad costera de Lión, lugar en donde vivía su abuelo. El viaje transcurrió sin ningún hecho notable, o por lo menos así le pareció a ella. El matrimonio con quien vivió en las últimas dos semanas la habían prevenido de no hablar con gente extraña aunque era una medida sin sentido, pues lo que menos quería hacer Amy, era el hablar con alguien. Al llegar a una estación, se limito a comprar algunas galletas, cerca de las 11 de la noche el tren entraba a la ciudad de Lión, en la estación la estaba esperando un anciano de rostro amigable, alto y con unos ojos llenos de nostalgia que decían lo mucho que había sufrido.
Tú debes ser Amy –Dijo el anciano con tono amistoso.
Así es –contesto Amy secamente.
Bueno pues...... eh.... no se como presentarme –dijo apenado el anciano –yo soy tu abuelo, o al menos eso supongo, je je.
Amy se limito a mirar de hito en hito al anciano y no respondió nada. Para sorpresa de Amy, su abuelo o el anciano como ella lo conoció, era dueño del pequeño cine de la ciudad y vivía en él, en la planta alta. Al llegar a casa, su abuelo le ofreció algo de cenar, pero ella se limitó a observar la comida, su abuelo la condujo a una habitación ubicada en el ático. Era una habitación muy hermosa, en los estantes habían una variedad de muñecos y libros la ventana principal tenia una hermosa vista al mar que brillaba, como encantado por la luna llena, y por primera vez desde su llegada, los ojos de la chica mostraron un brillo de interés.
Esta era la habitación de tu madre –se limito a decir su abuelo –espero que te guste.
Su abuelo se retiró dejando a Amy sola en la habitación y la chica se dispuso a cambiarse de ropa. Mientras se cambiaba se puso a pensar acerca de lo mucho que había cambiado su vida, la muerte de sus padres, el tiempo que vivió con la pareja y ahora en casa de su abuelo, a kilómetros de lo que ella consideraba su hogar, era algo que la turbaba y la entristecía a la vez. El largo viaje la había fatigado por eso al acostarse, rápidamente se quedo dormida.
Al día siguiente, se despertó algo confundida, como si todo cuanto le había ocurrido hasta ese momento hubiera sido un sueño del cual despertaba lentamente, pero la ventana, los muñecos y los libros del cuarto, le recordaron su triste destino, ese sentimiento no era nada nuevo, frecuentemente la atormentaba en la casa del matrimonio, y poco a poco se había acostumbrado a el. Al bajar al comedor, encontró el desayuno servido y una nota que decía que su abuelo estaba en el cine.
Desayuno con indiferencia al terminar, bajo al cine, su abuelo estaba ocupado arreglando un proyector.
¿Cómo dormiste? –le pregunto su abuelo.
Bien, muchas gracias –respondió fríamente Amy.
Bien, bien, bien. –Dijo pensativo -¿quieres hacer alguna cosa en especial?, si quieres puedes ir a conocer la ciudad, no es muy grande, pero estoy seguro que hallarás algo con que entretenerte.
Esta bien –dijo Amy, en el momento que salía.
Efectivamente como lo había dicho su abuelo. La ciudad de Lión era muy pequeña, su arquitectura era una mezcla de modernidad con las antiguas formas renacentistas. Al final de la calle principal, estaba la bahía, Amy llego ahí después de haber recorrido toda la ciudad. Nunca antes había estado en el mar, le pareció un lugar enorme y desolado, como si fuera un pequeño ejemplo del significado de la palabra infinito. La suave brisa del mar, jugaba con sus cabellos, desde la bahía se observaba un risco muy alto, no teniendo nada mejor que hacer, Amy se dirigió hacia haya, con la idea de que desde ahí tendría una idea mas acertada del tamaño de la ciudad. Al llegar ahí, el sol se estaba poniendo, el mar parecía recibirlo igual que reciben los brazos a la persona amada, ella se quedo extasiada, era tal la belleza del momento que por primera vez, después de tanto tiempo, tuvo un momento de paz, era un sentimiento muy vago, pero a la vez muy cálido que fluía de su pecho, y obtuvo una comunión entra la tierra y el cielo. Regreso a casa de su abuelo un poco mas alegre, y para alegría de el, Amy comió con entusiasmo.
Ja ja –rió su abuelo –eso era lo que necesitabas. Por eso digo yo que no hay nada mejor para abrir el apetito, que un paseo al lado del mar. Y dime ¿qué te ha parecido?
Es un lugar muy bonito –dijo Amy un poco animada –aunque hay mucha gente.
Eso es algo común en estos días, se acerca el verano y es cuando vienen los turistas, por lo tanto todos quieren tener lo mejor para ofrecer –comento su abuelo.
Muchas gracias por la comida –dijo Amy -...buenas noches.
Buenas noches –respondió su abuelo –que descanses.
El paseo por la bahía y el risco, la habían dejado cansada, por unos pocos instantes había vuelto a ser la niña alegre de antes, y esa noche durmió placidamente dejando todos los sentimientos tristes a un lado, por esa noche.....
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