Porque me corté el pelo sin consultar, debo pagar tributos a tu anuencia. Tengo en la base del silencio, allá en el fondo donde no se ve, un tinte de clarividencia peligrosa. Si voy o si vengo (eso que es tan ambiguo) me acompaña el reloj puntual de tu sarcasmo. Te tengo reservada una noticia: no soy vos. Y si me visto de vieja, problema mío. Sí. ...Ojalá que me salga así de potente en tus oídos; en realidad, con que me salga basta.
Si acaso tambaleo, si temo allá en lo supremo de la independencia, eso que se confunde con soledad o sacrilegio (según el grado de idiotez o de achatamiento), es que quedo a solas con la verdad.
No sé, creo que llorar estaría bien, así no te acercas. Desesperada cruzaré la línea de la cabalidad. Tus sombras me alcanzan y me hacen trizas, ¿no ves? Ni siquiera las controlas, te avasallan, te aprisionan, te restauran, te disminuyen. Borran lo que hago a cada paso. Te confundes con ellas y huyo por no darte las armas para dislocarme.
Me das espacio para accionar en vos y luego me retirás abruptamente cuando, por meterme en tus zonas falibles, rozas o rozo las mías. Te cerrás de repente. Te enojas cuando expreso palabras de enojo, cuando me sacas de mis quicios de tanto exigir explicaciones que no tengo (que nadie espontáneo tendría, sólo alguien que planea hasta las conmociones, como vos) y de hacerme sentir mal por no tenerlas, siendo que tus enunciados contienen implícitamente significaciones peores.
La culpa es mía, porque me la echaste. La llevaré a la iglesía, allí reciben todo lo que uno se llevará consigo al retirarse. Me das miedo.
Llega un punto en que la tolerancia deja de ser virtud; y un punto en que la intolerancia se convierte en violencia. No porque nunca hayas levantado las manos te salvas de la agresión. Sabes muy bien en cuál incurro yo, sabes muy bien en cuál vos. Deja de intentar insertarme tus convicciones, de meterlas con los dedos en el pote, como metes otra cosa en la noche, para de juzgarme con ellas. Hay una moral por continente, una moral por país, una moral por provincia, una moral por pueblo, una moral por barrio, hay una moral por persona.
Pero vos pensás que discutir es querer acabar con el otro, si abro la boca para discurrir es que ya me amenazas con el fin. Pues cuidado ahora. Nunca intenté ganarte una tirada, todo lo que dije (pero sobre todo, todo lo que callé) fue por que de veras me germinó del centro de la impotencia, nunca jugué ningún torneo de argumentos como para merecer tus puños sobre la mesa, tus humillaciones públicas.
Pecas de vosismo, vos vos vos y vos. Pensás que así como pensás vos, piensa todo el mundo
Puede que me arrimes a mirarte, desorientado, con el sistema planetario fracturado; puede que te llores entero por los labios, puede que me putees de pies a cabeza lo que no podés sacarte de encima ni en mil años... pero no seré yo quien se acueste con renguera y se duerma en la sal de su propio semen desperdigado por la cama como un dios que ha perdido la varita.
Ahora te caerás de cuclillas; ahora verás lo que no viste en años; ahora pondrás sobre la mesa todas tus cartas. Sobre el paño negro donde el tarot ya me avisó de mi destino, ese que acabo de roer con los dientes, con los oídos, con los ojos, con las manos y con el sexo... que no te dí..
Me das miedo. Ahora comprenderás de una vez que, cuando digo que me das miedo, no digo que me quedaré en una esquina tiritando.
"¿Te das cuenta de las veces que pedís perdón?" Sí, me he dado cuenta. Ya no lo haré más. Porque para vos pedir perdón es reconocer un error, y como vos nunca yerras jamás vas a pedirlo. ¿Es eso? No trates de echarme las culpas ahora porque no tengo miedo a la cárcel.
No transgredas tus propias leyes u obtendrás descreimiento. Contrólate. ¿No querés que te insulten? ("Respeto conmigo"?)Entonces no insultes. Ya te dije, ya no tengo ganas de agachar la cabeza y decir " basta; cambia de tema; no me trates asi"
Sí. Porque estoy harta. Y me encanta decirlo. Harta. Harta. ¡Harta!
Porque este saco te moleste no voy a cambiarlo. Porque me gustan los jeans clásicos no vas a vejarme. Porque no te preste el cielo reverso no vas a ofenderte, y si se te iza en el ascensor restregate contra algo. Que si me pongo así, que si me pongo asá, que si miro o no, que si sí, que si no; que mirá que la mujer de Mongocho Flores le hace..., que mirá que la mujer de Sultano Pérez lo deja...; que mi vieja a las anchoas me las hace así, que mi vieja a los ñoquis los veintinueve; que no te apretés que te van a mirar, que apretáte así te miro; que si salgo con amigos quedáte a vigilar la casa, que si salís voy con vos para vigilarte.
Ahí está el límite, muy a disposición, de este lado de las baldosas estoy yo. Juguemos al combate chino, dentro del círculo. Caeré con tantas ganas, de todas formas ya he perdido, tomaré mis cosas y me iré con la excusa justa.
Sí, estoy buscando una excusa. Sólo una excusa. Y no me importa que no me favorezca, si es para finalizar con todo... saldré favorecida. Ya no me manipulas
Quemaré tus camisas a ver si me acogotas, eso nomás te falta. Me darás la excusa, porque sino habré de dártela, y hasta quizá te saque provecho. Porque realmente me has llevado al culmen del asco, al retroceso, a la involupción, al surmenage, a la asfixia, al atortugamiento, a la maldita culpa, ¡a vomitar la puta bilis del hartazgo!.
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