Es una historia, una pequeña historia de mi vida, nace de la necesidad profunda que sale del corazón, una que ha puesto en conflicto lo que soy con lo que pienso, y que pienso?.
Son tantos sentimientos, tantas ilusiones, tantas... en fin, ahora el tiempo se acaba. Que ironía, toda mi vida la desgasté sufriendo por los demás, amarrando, callando, recordando...
Fue en medio de la oscuridad y el silencio que encontré lo que buscaba, era una de tantas noches llorando con mi soledad, en una cama vacía y fria en donde la humedad de las paredes penetraba todo cuanto existía en aquel cuarto: los cuadros de mi pintor favorito, los libros que amoldaron mi forma de pensar, la vieja radio que me sumergía en el pasado.
Pero hoy fue ella, la soledad, quien me enseñó a creer en los sueños: la noche era más intensa y ella, la soledad, tomaba forma humana. Era el hombre más hermoso que mis ojos pudieran haber visto o imaginado antes, me observaba con tanta familiaridad que no necesitamos utilizar palabras pues nos conocíamos y creíamos en el lenguaje de las miradas y las caricias, mientras nuestros corazones se abrían, un calor suave recorría cada poro de mi piel, mis labios rozaron los suyos, sus manos tocaron mi cuerpo, la dulzura de su piel uniéndose a la mía se convertían en caricias que fundían a dos cuerpos. Sus manos ya eran las mias y en este papel escribió su historia sin ninguna negación de mi parte: " creo en la magía, creo en la vida y su deseo, creo en la eterna unión, ya no estoy sola, la luz de este nuevo día lo confirma", somos mi soledad y yo. |