Sucede a veces, de las maneras más inexplicables, que grandes acontecimientos son llevados al olvido y el nombre de los héroes yace olvidado sin gloria, tan muerto como sus cuerpos en el campo de batalla. Pero siempre hay un sobreviviente, un testigo, que hace que la historia no quede olvidada por completo y que esta dispuesto a cantar a los cuatro vientos con tal de que su historia sea escuchada.
Así sucedió hace ya mucho tiempo, en una vieja taberna en la ciudad de Lizam. Entre el bullicio de la gente, y el cantar de los trovadores, en la esquina mas apartada se encontraba un extraño hombre sentado, llevaba puesta una capa vieja y sucia de lodo y sangre, su cara surcada por las arrugas, su tez blanca casi pálida le daba una apariencia fantasmal, nada parecía sacarlo de su meditación, hasta que un grito le hizo alzar la vista. Frente a el se encontraba un gordo con barba y su compañero, habían estado bebiendo cerveza y discutiendo sobre viejas historias que escucharon en otros reinos pero la conversación había recaído en una de las historias más antiguas, la historia de, la guerra de la rosa negra.
-¡¡Te digo que esos son puros cuentos de hadas, son mentiras de viejas de aldea. –Grito el hombre gordo y con barba mientras apuraba un trago de su cerveza.
-Estas equivocado. –Le respondió su compañero. –Yo he viajado mucho y eh visto cosas que prueban que eso realmente paso.
Los ánimos se enardecieron y pronto la discusión paso a ser parte de toda la gente que estaba en la taberna, se formaron dos bandos y cada uno defendía su punto de vista, de improviso, de entre los clamores se elevo una voz que resonó como un trueno.
-Insensatos!!! –Grito.
Todos enmudecieron, un silencio sepulcral invadió la sala y fijaron su atención en la extraña figura con capucha que los había ofendido
-Que es lo que dices!!! –Grito el hombre gordo de barba.
Exasperado intento lanzarle un tarro de cerveza, pero ante el asombro de todos, el extraño lo partió a la mitad con un tajo de su espada. Sin perder el dominio de si, clavo la espada en la mesa y prosiguió.
-¿Cómo pueden discutir de algo que no conocen y que ni siquiera entienden?.
-Mira anciano –respondió la voz de un muchacho joven y fornido. –No te metas en lo que no te incumbe, ¿oh es que acaso tu sabes algo?
Un murmullo de aprobación se dejo escuchar por todos los que estaban en la taberna.
Así es. –respondió el extraño. –Y conozco muy bien esa historia
Un asombro sin par se dejo ver por todos, como es posible que una persona conociera con precisión una historia tan antigua que parecía de otro planeta, y que ni siquiera la orden de san Gabriel (que era la orden de caballeros mas antigua y sabia del reino), sabían con exactitud lo que había ocurrido. El hombre se sentó de nuevo, y hablo con voz serena y profunda, como si lo embargara una enorme tristeza al recordar los hechos.
-El mundo.- dijo. –al principio estaba formado por cuatro continentes, en el más grande habían florecido tres civilizaciones ricas, poderosas y prosperas.
Una de ellas era el reino de Avalon, cuyo rey era el gran Jonakar I, este era un reino pacifico donde la magia se unía con las labores cotidianas y la gente vivía, en cierta forma, satisfecha y feliz.
La segunda civilización era el Imperio de Zagreb, cuyo emperador era el Madhi, una persona sumamente asombrosa, no solo por el halito de misterio que lo rodeaba, si no también por su determinación y poder. A la par de su emperador, Zagreb, era un reino extraño, con muchos secretos que venían, según antiguas leyendas, de mas allá de las estrellas, no por nada a los habitantes de esa civilización se les hacia llamar, “Los iluminados”.
La tercera civilización era el reino de los molons, dirigida por el señor de los molons, cuyo nombre ha caído en el olvido y encerrado ahí por los dioses, este era un reino guerrero, luchaba por placer y sus dominios eran vastos e inmensamente ricos, y a pesar de que eran guerreros, su nivel de desarrollo era increíble, sus universidades y laboratorios eran los mas avanzados de esa época.
-ja ja ja, anciano, mejor ve a contarle tus cuento a tus nietos, y deja que los hombres sigan hablando.-dijo el cantinero con una risa de sarcasmo .-además porque habríamos de creerte.
El extraño sin inmutarse le respondió.
-Si me das el tiempo y una cerveza, te narrare lo que sé y tu decidirás si me crees oh no.
Y así fue como el trotamundos empezó a narrar su historia, una historia alguna vez olvidada, que volvió a renacer para quedar grabada para siempre, en la memoria del hombre...
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