Hoy, un poco más calmada que ayer, aquel dia en que lloré para poder dormir, cierro los ojos y ya no hay punticos y sombras de colores, sólo un vacío que asegura que aún no es tiempo de cerrarlos para siempre.
La exacta forma de los días y minutos atrapados en un alma de cristal, el oscuro brillo de ese "ojo de zafiro", todos los ríos que "en él convergen", atenúan la luz destinada a cegar la luna.
Increíble es la eterna inmortalidad de un alma maldita, dañina y falsa, nunca fue, siempre será...
nada es real, nada salvará.
Hoy cierro los ojos y ya no hay punticos y sombras, no esta la sombra de quien antes me juró su eterna presencia.
No siento la calma que la cercanía de todas esas palabras me daba.
Por fin odio el frío.
Lucho sola, a mi lado no se encuentran los espectros, sólo polvo y mis mentiras, memorias y desengaños.
Me derrota un enemigo dulce, amargo.
Me acompaña la ausencia de esperanza.
Imposible es olvidar, difícil creer, aceptar, perdonar.
La soledad fortalece, ayuda... envejece.
La soledad rodeada de entes y ángeles mata... maldice.
Hoy cierro los ojos y ya no hay punticos y sombras, estoy segura que se volverán a abrir, eternamente.
Derramo lágrimas de sangre que confunden la claridad del zafiro.
Me tortura el futuro, la realidad, el pasado y su destino.
No perdono.
No recuerdo ni olvido.
Vivo. |