No siento nada más que melancolía.
Añoro esos ojos invisibles, la caricia de tu piel, la sonrisa ficticia de tu rostro imaginario, el cigarrillo en tus dedos, en tus labios, en tus dedos, y el humo que recorre tu garganta explotando, siseando en tu rostro hasta desvanecerse en la tenue luz de una partida de cartas. Tu baile, tu risa, tu dulce melodía.
tu cuerpo contra el mio en una conversación infinita, en un susurro de caricias. Me resguardas, me refugias y no sabes realmente de que. No ves mi rostro, yo no necesito ver el tuyo, me basta con sentir tus dedos entre lo mios con tu dulce calor, con tu suave voz. Despierto y no quiero que termine. Acompaño tus pasos hacia un fin predeterminado.
-Te invito un helado- y alargo el extasis por unos breves instantes. No puedo mirarte, no puedo hablarte, Se termina el barquillo entre tus dedos, se que todo ha terminado y no lo quiero asumir. Te acompaño a la bestia metálica esperando un único beso que se va con un adios y el roce de una mejilla. Te veo subir y yo bajo a la nada.
Rodeado por maniquies que nada me importan camino sin rumbo cual zombie hambriento de carne. nada más que melancolía de lo imposible queda dentro de mi y un pasaje a cientos de kilometros de algo que nunca fue y lejano ya era.

Dedicado a una amiga...
...nada más.