La joven Amanda recibió desde muy temprana edad toda clase de insultos y vejaciones por parte de sus compañeros. Las niñas de su edad no se sentían identificadas con ella, y la tachaban de "libertina" y "bruja". En definitiva, no le ayudaban en nada a sentirse feliz como bien podemos deducir, mucho menos a superar la terrible muerte de su padre.
Todas las mañanas sus compañeros le abrían a escondidas su pupitre para introducirle desde tinteros volcados hasta penes de plástico.
Pero llegó el día en que Amanda no supo predecir el contenido de su pupitre y halló en él una mecanografiada carta de amor.
En ella se hablaba de deseos, miedo y delirio.
Amanda ignoró por completo el asunto, pues sospechaba que tras tamaña declaración podía encontrarse perfectamente el profesor Dump, de rasgos demacrados y poses afeminadas.
El infortunio de la joven desgraciada y sus continuos fracasos en su vida sentimental le arrojaron a los brazos de su admirador secreto.
Pero los noventa piensan por sí mismos, y el señor Dump también. De modo que tras mantener relaciones con ella la abandonó.
Las mujeres vestidas de rosa preguntaban a los víaandantes acerca del horario de oficina de los bancos próximos.
Amanda vistió de negro.

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