Te gusta ser amigo del dolor, cuando puedes le das un par de golpes a su puerta y te recibe con el merecido balazo cargado de impotencia, odio a ti mismo y la maldita intranquilidad de no saber donde andas parado.
Yo y mi maldita irresponsabilidad, yo y mi falta de juicio, yo y las ganas de mandar siempre todo lo bueno a la mierda.
Embriagado de amores desechables, de putas, de las tetas de las putas!!! y que mierda! de sus culos también!! y de mi maldita cabeza imaginándolas chillar mi nombre.
Aprendí rápido, pero de mala gana, que la vida es una serie de accidentes y de sucesos sin terminar, que el futuro es incierto y que la noche acaba a las 5:45 cuando el cielo es aun azulino y no celeste, pero lo que nunca acaba es lo que escribiste esa noche. Al volver a tu casa solo te queda desparramar lo que queda de ti en tu cama y pensar que ya todo paso… vaya… que iluso… recién empieza.
La mañana y el resto de lo que queda de ti ya esta con tu amigo, que te espera al pie de tu cama, con el arma cargada pero esta vez con un calibre más grande y una pólvora más poderosa y venenosa que antes, con una sonrisa maliciosa llena de rencor y una dulzura vomitable.
Levántate, comienza, acabas de nacer.
EL mundo te saluda, eres tu ahora frente a la vida, eres tu y tus actos conviviendo de la mano, tu y tu historia dibujándose de a pocos, con pinceles y carboncillos. Los pinceles los usaras esos días de paz, el carboncillo en cambio serán usados para días como hoy, donde tu alma y tu mente no saben convivir en un mismo cuerpo.
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