Corre esas cortinas, esos paños sobre mis ojos que a diario tenían de color rosado del sol que luchaba por amanecer dentro de este espacio; abre las ventanas, quiero sentir que el viento está saciado, después de haber hecho toda la noche el amor con la lluvia, y allá afuera, quiero ver todo como es, moviéndose a un ritmo que no logré comprender mientras tenia energía, por ser impredecible, como mi lápiz junto a la hoja, esperando que cualquier roce con el éxtasis me llevara a una sinfonía, mientras las olas bailan una, y la espuma escribe una poesía.
Allá entre el bosque, las flores, haciendo sus poses, coloreando la belleza, las rosas creyéndose guerreras y las maravillas, creyéndose sol... ¡esa actuación magistral de la naturaleza! Quiero verla por última vez. Y si no es mucho pedir, ver como se liberan las cartas, si las lanzo dentro del viento... hacer una señal al cielo, una seña a Dios, un beso a mis muertos...
De perdón... ¿para qué perder perdón a esta altura?, tuve la vida entera para enmendarme sin intentar hacerlo, tuve la vida entera para encontrarle más brillo a las piedras que al mismo oro, mas dulzura al polen que a los destellos de colores que envolvían sabores, para alcanzar el arco iris y sentirlo a través de mi piel... hoy quiero oír esa respiración agitada de las aves, atrapar unas tres de esas mil sonrisas y dárselas a mis amigos que lloraban en mi hombro buscando un dolor sosegado.
Quiero pasar una noche entera sin dormir y dedicársela a ella, observándola con su luna y sus estrellas, con la vida en sombras, en gala de un cielo, quiero que los grillos canten más fuerte, escuchar lo que me dice el silencio... quiero usar mis sentidos en cosas que nunca han hecho, como besar con la mirada, llamar con mi respiración, oler con mis labios, acariciar con los oídos. No quiero quedarme arropado bajo estas mantas, que me acaloran con su tristeza y su vejez... no quiero que se amolden más en mi cuerpo. Deseo mover las piernas como nadando entre el tiempo y llegar a la ventana que de seguro –como te he pedido- ya tendrá las cortinas abiertas, esas pestañas rosadas sin tregua. Allí voy a retozar con las olas, hasta quedar exhausto de tanta marea subiendo y bajando como esta fiebre de brisa que me ahonda en el mismo fuego.
Los renuevos de las nubes en tu boca, de tus pechos más tiernos que el mismo silencio inspirador, las blancas promesas en la conciencia vacía, mis manos temblorosas como después de haber fumado el último cigarrillo mentolado... quiero atrapar todo eso con mi última mirada, con mi último respiro absorber lo que fui, sin importar si de pronto tengo que aguantar la respiración pues sé en que momentos de mi vida fallé y no me arrepentí. ¡Pero no quiero empezar a lamentarme por la fragilidad de los años! En cada momento que se dibuja de la mano de Dios hay un cascarón joven -pero no menos frágil- que también está siendo devorado y está cayendo en las entrañas para dar mas vida...
Cadenas, cadenas, toda una cadena de este mundo tan perfecto, una cosa lleva a la otra, porque si no fuese así todo se detendría en donde comenzó y nadie se llenaría la boca de “experiencia”... es que no hay luz sin oscuridad, ni agua sin tierra, ni tristeza sin sabor amargo, ni sabor amargo sin punzadas en el estómago... como que yo no soy poeta sin mi poesía.
Pero ¿sabes lo que no existe? El presente... si cada instante se suicida como temiendo perder en una partida de ajedrez... entonces... ¡mira todo el tiempo que llevo pidiéndote que corras las cortinas! Pues bien... eso forma parte de mi pasado.
|